Capitulo 16

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"Nunca había conocido a alguien cómo tú."

Siempre he visto la confianza cómo un dominó. Cuando alguien te la da, tienes que ir trabajando poco a poco... poniendo cada una de las piezas con cuidado, esquivando cualquier temblor de mano, ir con seguridad, certeza, poco a poco, hasta que pones la última pieza y te alejas mirando la obra que acabas de crear con orgullo irradiando de tus ojos.

Pero sólo un paso en falso, un movimiento inadecuado... y esa ficha que cae inmediatamente derriba todas las demás. Hay veces que hay suerte y sólo se cae mitad de tu figura, pero otras veces se derriba toda entera. La confianza es igual, un paso en falso... y da igual cuanto empeño y esfuerzo hayas puesto en ese dominó...todo se va a destruir, y nada va a ser igual que esa obra que construiste por primera vez.

Porque no hay nada que sea igual dos veces seguidas.

Suspiré profundamente mientras miraba llover desde la ventana de mi habitación. Se veía casi toda la ciudad al estar en una de las últimas plantas del edificio. Hice una mueca escuchando la voz de Shawn Mendes retumbar en las cuatro paredes de mi habitación y divisé a una pareja que empezaba a correr para dirigirse a un coche negro y adentrarse en el interior.

Les había visto alguna vez en la residencia y nadie sabía la envidia sana que me daban.

Había anochecido ya, sólo la luz de las farolas alumbraban la calle. Hice una mueca y pasé mi mano por mi pelo mientras lo echaba todo hacia atrás. Acababa de llegar de tomar algo con unas amigas, y ni siquiera sabía muy bien qué hacer hasta que llegase la hora de la cena. Me había puesto delante de mi portátil, pero no me salía absolutamente nada que pudiera escribir.

No paraba de darle vueltas a la situación que había vivido hacía unas horas atrás. Sabía que a José le pasaba algo, y al parecer, de ese algo era responsable yo. Ni siquiera había querido escucharme o hablar conmigo más de medio minuto.

Es decir, entendía perfectamente que estuviera molesto por le hecho de que Andrés me hubiera llevado a mi y a Rubén al entrenamiento de mi hermano, y que a lo mejor yo no le hubiera dicho nada, pero no entendía por qué no me decía él qué le había molestado.

Justo entonces, mi iPhone empezó a sonar sobre mi escritorio y lo cogí al instante sin ni siquiera mirar la pantalla para ver quién era.

—¿Si?— Pregunté tragando saliva con rapidez.

¿Qué si era José?

—No he podido llamarte antes porque he tenido mucho trabajo hoy, hija, lo siento.— Hice una mueca. No es que no me alegrase de hablar con mi madre, pero pensaba que era él en realidad.

Una pizca de disgusto se apoderó de mi.

—No pasa nada, me lo imaginaba.— Suspiré.

—¿Qué tal el primer día con profesores y clases nuevas?—

Me encogí de hombros mientras me dirigía hacia la cama para sentarme. —Bien, cómo siempre.— Me quedé mirando fijamente mi habitación y proseguí. —Nos conocemos todos ya, y los profesores parecen majos... pero hay uno que me ha caído ya mal.— Fruncí mi ceño.

—¿Qué has hecho, Cloe? ¿No le habrás contentado o dicho algo?—

Sonreí levemente sin poder evitarlo. —¡No!— Dije con incredulidad. —Pero parece un poco exigente.—

—¿Te han dado ya la última nota?— Preguntó rápidamente. Hice una mueca.

—Me la han dado ésta mañana.— Comenté con voz algo más leve.

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