Capitulo 20

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"Yo también te quiero"


Aquellas palabras sonaron sin parar en mi cabeza mientras sonreía cómo una auténtica idiota. Estar feliz sería una subestimación.

—Yo también te quiero.— Sonreí mirándole con atención a sus ojos y su sonrisa se engrandeció al instante cuando escuchó mis palabras.

Me acurruqué en su cuerpo mientras sentía cómo su mano se pasaba suavemente por mi espalda, acariciándola. Suspiré relajada y finalmente pasé mi mano por su pecho descubierto, se marcaban parte de sus abdominales y sus brazos... no hacía falta hablar de sus brazos si quería sobrevivir y no morir de un jodido infarto.

Mordí mi labio inferior sin poder evitarlo cuando sentí una de sus manos acariciar mi cintura y bajar hasta mi trasero, dibujando mi figura. Sonreí escondiendo mi cara en su pecho y suspiré relajándome bajo su tacto. —¿Estás bien?— Preguntó algo preocupado, mientras rompía el silencio inmediatamente.

Asentí con mi cabeza sonriendo sin poder evitarlo y le miré a los ojos algo tímida. Sentía algún pinchazo en mi vientre de vez en cuando, pero supuse que sería normal. De momento podía aguantar el dolor perfectamente, sólo eran molestias. —Si.— Murmuré cansada.

—¿Seguro?— Preguntó de nuevo mientras me miraba atentamente a los ojos.

—Seguro.— Esbocé timidamente una sonrisa.

—¿No te duele nada?— Insistió de nuevo algo preocupado por el hecho de que me hubiera hecho daño.

Hice una mueca. —Un poco, pero no te preocupes... supongo que es normal.— Me encogí de hombros.

Nos arropó a los dos con las sábanas de su cama y me acercó a su cuerpo con su brazo mientras yo reía contenta por el apretón que me dio. —Me encantas.— Comentó en mi oído suavemente mientras me daba un beso en los labios que me dejó todavía más sin respiración.

—No más que tú a mi.— Lamí mis labios y me acerqué hacia él mientras me observaba con atención y soltaba una risa en voz baja.

Pasé mis dedos por su rostro, dibujando por encima de sus facciones y se estremeció levemente cuando toqué su pómulo hinchado y morado ya. —Lo siento.— Hice una mueca apenada. —¿Te duele mucho?—

Negó con su cabeza. —El dolor se me ha pasado.—

Sonreí por ello. —Pero creo que deberías de ponerte hielo.— Lamí mis labios pasando mis dedos por su labio inferior. —Y aquí también deberías de ponerte algo de hielo a parte de la pomada que te han dado.—

—¿No has pensado nunca en estudiar medicina?—

Alcé mis cejas negando con mi cabeza. —No.— Comenté divertida.

—Serías un buen médico.—

Le miré sorprendida. —¿Por qué?— Pregunté curiosa mientras me apoyaba encima de su pecho con mis brazos ligeramente, mirándole con atención mientras mechones de mi pelo caían por mis hombros desnudos.

—Porque tienes mucha paciencia y te preocupas mucho.—

Ladeé mi cabeza. —Me preocupo porque eres tú.— Tragué saliva mirando a su pecho, esquivando su mirada.

Pasó uno de sus dedos por mi barbilla y la alzó haciendo que le mirase a sus ojos verdes. —Estoy bien, ¿vale?— Acarició mi mejilla mientras pasaba poco después su mano por mi pelo apartándolo levemente y dándome un beso en la cabeza.

Me dejé caer encima de él y me abracé a su cuerpo. Olía tan bien que me daban ganas de quedarme allí acostada con él todo el día. —No quiero que te pase nada malo, José.— Confesé en su pecho mientras acariciaba uno de sus brazos suavemente con mis dedos.

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