Capitulo 24

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"Y así era cómo se rompía un corazón."

Entregamos el corazón a la persona equivocada, y nos lo han devuelto hecho añicos... el sonido de la puerta al marcharse de nuestra vida nos ha estremecido y nos encontramos, sentados en el suelo, llorando cómo idiotas intentando aguantar el dolor que se empieza a apoderar poco a poco de nosotros, y con un intento de lo que en su día fue un corazón lleno de ilusiones y esperanzas por encontrar a alguien que le cuidase cómo se merecía.

He llegado a la conclusión en éste tiempo que no todos somos iguales, no todos queremos con todo, ya sea por miedo o porque no nos quieren tanto cómo dicen. Pero todavía sigo sin entender a la gente que no demuestra día a día lo que siente por una persona... el amor, la amistad... lo que sea, se demuestra con hechos, en cuanto a las palabras ya está el viento para llevárselas cuando se agote el eco de su sonido.

Siento si no sé querer de otra forma.

Pero o lo doy todo, o no doy nada.


Entré a la sala de espera con una botella de agua y me encontré a Borja sentado junto a una anciana que no paraba de ojear una revista, de vez en cuando levantaba la mirada de las hojas y nos miraba a los dos con curiosidad.

—¿Han dicho algo?— Pregunté sentándome a su lado.

Negó con su cabeza mientras miraba ido el suelo reluciente del hospital. —No, no han dicho nada.— Suspiró con resignación.

—¿Quieres algo de beber o de comer?— Pregunté mientras él negaba de nuevo con su cabeza.

—No tengo hambre.— Tragó saliva y lamió sus labios.

—A mi me ha pasado igual.— Hice una mueca.

—No me llevaba un susto así desde... hace años.— Suspiró pasando sus manos por su cabeza mientras yo acariciaba su espalda suavemente, intentando darle algo de apoyo con ese gesto aunque fuera.

—Yo por desgracia no hace tanto...— Torcí mis labios hacia un lado con algo de disgusto.

Su mirada fue a parar a la mía cuando giró rápidamente su cabeza. —¿Está bien?— Preguntó sabiendo rápidamente a lo que me refería.

Asentí. —Está mejor ya, sólo fue un susto.— Me encogí de hombros. —Llovía mucho y perdió el control del coche... se empotró contra el quitamiedos.— Suspiré recordando aquella llamada que había parado mi vida durante unos instantes. —Estuvo muy mal, pero se ha recuperado y no le quedan secuelas.—

—José me dijo lo que pasó.— Asintió con su cabeza. —Debió de ser muy duro para ti.—

—Por eso no aparecí durante dos meses enteros por la facultad.— Dije con una mueca amarga sobre mis labios. —Me limité a esperar a que mi padre se recuperase, cuidar de mis hermanos porque mi madre estaba todo el día en el hospital... y estudiar en los ratos libres que tenía.— Suspiré tragado saliva con dificultad.

Me miró fijamente a los ojos y me sentí intimidada y juzgada por un instante. Era como si me leyera cómo un libro abierto. —Lo has pasado mal, se te nota en la mirada.—

Me encogí de hombros mientras miraba a otro lado intentando que las lágrimas no emergieran a la superficie. —No elegimos lo que pasa en nuestras vidas, hay cosas que pasan y tienes que aceptarlas... todo esto me ha enseñado mucho.— Suspiré aclarando mi garganta al toser ligeramente. —Por desgracia me he acostumbrado a los hospitales y me sé casi todo el edificio del tiempo que pasé aquí con mi padre.— Hice una mueca y ésta vez fue él el que pasó su mano por mi espalda suavemente intentando darme algo de confort y apoyo con ese gesto.

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