Mi amado yakuza [Makoharu-Sourin]

Capítulo 8: No vas a huir...

¡Hola, mis queridos lectores!

Tengo el placer de traerles el nuevo cap, por fin Haruka ataca!!!!..

Omg!!! Sin más los dejo para que lo lean...

Gracias por sus rewiens❤

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Rin se estiró en su cama, quisiera permanecer en el confort de la misma el día entero, pero la vida no era tan fácil, y tenía que ir a la universidad, si quería ser un profesional.

Sacó su cuerpo de la cama, y se adentro al baño, al ver el cepillo de dientes de su hermana sintió nostalgia.

Pasado un mes desde que ella se había ido de la casa se había recuperado un poco.

El día que la vio de vuelta a sus clases, se había sentido feliz porque ella continuara con su formación,  además de darse cuenta que la había extrañado en demasía, pero no se había acercado a hablar con ella, porque de alguna manera estaba molesto con ella.

No tenia porque estarlo, pero no lo podía evitar. El sentimiento de que ella le había robado algo que a él le pertenecía, seguía quemando en su pecho. Era estúpido de su parte, porque ese hombre nunca había sido suyo y nunca lo sería...

Una vez término de asearse, fue a tocar la puerta de Haru, este salio de inmediato y le deseo un buenos días, para continuar con su camino a la ducha.

Un vez fuera del confort de su apartamento, ambos fueron golpeados con una fría brisa de primavera, el invierno había pasado pero quedaban secuelas.   

Camino a la universidad Haruka entabló una conversación con su mejor amigo, no era común en él, pero ese día tenia ganas de hablar.

La sensación de ser asechados había desaparecido, o tal vez simplemente se había acostumbrado. Si algo malo fuera a ocurrir, ya hubiera pasado ¿no?

Era un poco ingenuo de su parte pensar de esa forma, después de las cosas que habían pasado, pero llegó a la conclusión de que estar paranoico todo el tiempo no era bueno para sus nervios.

Llegaron a la universidad, y Rin había tenido que dejar su lancer casi al final del estacionamiento, estaba a reventar. Tenían que caminar una distancia considerable hasta llegar a el edificio principal.

—Pronto podremos ver los cerezos... — comentó Rin animado. El pelirrojo amaba la primavera, porque podía ver todas las calles abarrotadas de los pétalos del cerezo, y a él simplemente le encantaba.

—Si— contestó Haru con su habitual tranquilidad.

—Podrás pintarlos — sonrió Rin, el pelinegro asintió, casi todos las primaveras desde que descubrió su vocación, pintaba los cerezos y se los regalaba a Rin, quien en primer lugar insistía por ello. Porque según él podría recordar todas lash primaveras que había vivido.