Mi amado yakuza [Makoharu-Sourin]

Capítulo 19: Estoy enamorado de ti..

Sin excusas valederas por mi tardanza, lo cierto es que últimamente he salido mucho de fiesta y se me olvido un poco que tengo unos fieles lectores que esperan que suba un nuevo cap.

¡Prometo no volver a desparecer!

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Haruka había pasado el resto del fin de semana solo, Rin no había vuelto en todo ese tiempo.

Y no se había contactado con Makoto desde el sábado en la mañana.

El pelinegro se enderezó en su cama porque le había rugido en estómago con fiereza, eran como las ocho de la noche del lunes y él no había comido más nada desde el almuerzo.

En sus pantalones cortos de pijama, color azul y pullover gris se fue a la cocina a preparar algo fácil y que lograra satisfacer el hueco que de repente se le había hecho en el estómago.

A mitad de camino tocaron el timbre, Haruka camino perezoso arrastrando sus pantuflas de delfín hacia la puerta, quien quiera que fuese tendría que esperar que él terminara de recorrer el camino con quedo paso.

“Seguro, es Rin. Ese idiota debió dejar sus llaves en la casa del pobre diablo que lo soporta" pensó Haru con fastidio por lo descuidado que era.

—Rin, no dejes tus llaves en la casa de cual...— decía mientras iba abriendo la puerta, pero se le fue el habla al encontrarse con sus orbes esmeraldas.

—No es Rin, es Makoto— dijo con una sonrisa el castaño.

—¡Makoto!¿Que haces aquí? — exclamó exaltado Haruka, mientras inconscientemente intentaba arreglar el nido de pájaros que tenía en el cabello.

En mayor lo tomó por la cintura y lo atrajo hacia si, ya Makoto no pondría trabas en dejar fluir sus sentimientos, ya no podía, ni tampoco quería.

Además de que parte de que tuviera la cabeza en otro lado, era que se la pasaba conteniendo las ganas de besarle, de gritarle que se había enamorado hasta la médula, desencadenando eso en el último desenlace en el que acabo herido Sousuke, y muertos cinco hombres del clan.

Seichirou los tenía trabajando como burros. Habían vuelto a sus primeros trabajos, escoltar cargas de sustancias no precisamente legales, entrenando nuevos reclutas, encargándose de disciplinar a los que intentaban desviarse del camino, si es que era posible ya, e inclusive haciendo de polizones en los clubes nocturnos de su propiedad.

Él único que se había salvado era Sousuke, y porque estaba de reposo pero eso no impedía que lo tuviera encadenado al escritorio conociendo al fondo el manejo de los “negocios".

Por fin en dos día había conseguido un espacio que nadie más que el pelinegro tenía el privilegio de reservar.

—Esa es tu manera de darme la bienvenida — susurró en los labios del ojiazul haciéndole sonrojarse hasta las orejas.

Haruka nunca pensó que un hombre le fuera a parecer tan sensual en su desarreglado traje de color negro, a pesar de su notable cansancio y evidente necesidad de un sueño reconfortante, el castaño estaba de infarto.

Haruka con las manos temblorosas las llevó a su rostro, para finalmente acortar la casi inexistente distancia que había entre ambos, rozando así sus labios.

Roce que hizo temblar las piernas del pelinegro, el mayor reafirmo su agarre en la cintura del otro y nuevamente volvió a unir sus labios, alargando un poco más la duración de su contacto para finalmente entrar al departamento que el menor compartía con su mejor amigo.