Capitulo IX: No confíes en nadie

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Luis

El día de su juicio llego, la noche pasada no había dormido casi nada por la preocupación <<Veinte años encerrado, veinte años en la oscuridad>> pensó mientras recordaba las palabras del detective, que ya varias veces lo visito tratando de que confesara que todos era culpable, pero nunca lo hizo y nunca lo haría. Ya habían pasado 35 días allí, tenía el traje anaranjado, ya se sentía un preso del recinto. Golpearon su reja, con 2 toques <<Es hora>> pensó cuando bajaba de la litera.

-Suerte –Dijo manos-de-tijeras con quien había establecido una amistad, Luis le conto sobre todo, sobre el asesino, y sobre Vanessa, y el por qué esta aquí. El hombre también le conto su historia, estaba robando para poder darle de comer a su hija Cassie, que ahora probablemente estaba sola en un hogar para huérfanos. Luis se dio cuenta que no era el único con una historia triste que contar, y aunque había perdido a muchos de los que ama sabia que alguien debía estar peor que el. El asintió al comentario de Manos-de-tijeras.

Te pudrirás aquí niño –Dijo uno de los oficiales, habían dos que siempre lo acompañaban Pollivers y Durahn, el detective les ordeno estar muy pendiente de él, lo que significaba que ellos serian su tortura allí adentro, solo hasta que confesara. A Luis realmente no le importaba estar allí adentro, nadie lo molestaba excepto Pollivers y Durahn.

-Te irás a bañar y en 5 minutos te queremos aquí afuera –Ordeno Polliver, que era alto, de color oscuro y tenía una cabeza calva, parecía de aproximadamente unos 40 años. –Si no, sabes que entraremos y te moleremos a golpes –Amenazo el hombre. Luis no hizo caso al comentario y siguió la orden.

Habían mucho periodistas en el pasillo mientras Luis entraba, el vestía un traje gris y corbata roja que Caroline le había regalado 2 años antes que pensaba usarlo para su graduación pero ya no podía, así que se vio obligado a usarlo ese día. Cuando caminaba podía escuchar los entrevistadores diciendo cosas como ¿Por tu culpa tus amigos están muertos? ¿Acaso también eres el que provoco la masacre roja? ¿Cuál fue tu razón para matarla? No quiso responder nada y también no quería oír cosas como es, hizo todo lo que Pollivers y el gordo Dorahn le ordenaron, cuando entro a la corte vio a sus amigos allí sentados de primer lugar, Bryan le pago a uno de los mejores abogados del país, quizá la pena no sería tan larga. Se sentó, su espalda le dolía un poco quizás por la mala cama donde durmió todos estos días, Luis estuvo sumergido en sus oscuro pensamientos por mucho, de pronto escucha al secretario anunciar la entrada del juez, se levanto el juez parecía joven no pasaba de 30 años, era rubio y de ojos negros, tenía una pequeña barba ordeno que todos se sentaran, llamo al acusador que era el Detective Clark, junto al fiscal no escucho nada sobre las acusaciones o la defensa, se sentía perdido solo veía a todos hablar pero no los escuchaba, pensaba que cada mañana se le hacía mucho más difícil levantarse, sentía su alma rota, no lo podía explicar o ver, pero, quizá, todas esta muertes lo enterraron en un lugar donde no podría salir. Solo observo cuando el Juez se levanto golpeando con su martillo el estrado. Lo miro algo confundido.

-Luis Petelier se le acusa de homicidio doloso pero por lo planteado, el fiscal y los acusadores parecen carecer de pruebas contra usted, así dejaremos que el jurado dicte la sentencia. ¿Tiene algo que decir? –Pregunto el joven juez desde el estrado. Luis se levanto, casando.

-Yo... -Su voz sonó rota. –Yo Luis Petelier, asesine por accidente a Vanessa Raise, pero por ser un cobarde, un niño de tan solo 16 años el pánico me domino, se que acabe con la vida de alguien, alguien que tenia aspiraciones, sueños y memorias. Sé que no soy el único aquí que se lamenta por hacer las cosas que hizo, sé que ahora me ven como un asesino que destruyo la vida de una familia –Recordó al asesino de la masacre roja. –Pero sé que merezco ser reprendido, solo también quiero que piense en mis aspiraciones, sueños y memoria. No quiero que me dejen libre, solo, que tenga misericordia. –Mintió, él sabía que no merecía misericordia, ni él, ni sus amigos. El abogado dejo que se sentara y apoyo lo que había dicho Luis, ya nadie lo veía como el monstruo, ahora lo veían como la víctima.

Un Juego Llamado VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora