Capitulo XXIV: Lo que está muerto no puede morir.

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Luis

-Entonces dices que cuando consigas al verdadero bufón lo podrás matar con la facilidad que mataste a esos dos chicos.

-Correcto. –Respondió Luis a la voz de su cabeza. Estaba a pocos metros de conseguir una salida, según el mapa que había robado. Comenzaba a nevar –Aunque, no lo hará fácil pero uno de nosotros tendrá que caer.

-Uno de ustedes...

-No tengo miedo de morir. –Contesto firmemente. –Lo único que tengo en este lugar es mi venganza. –Miro la carretera de lejos.

-Todos temen morir Luis, todos. Incluso los asesinos como tú –Le dijo la voz. A veces, la voz era de diferentes personas, la mayor parte era de su padre algunas veces de Sarah, de Daniel o de Bryan. -¿Continuaras matando gente inocente?

-Te lo he dicho un millón de veces, solo mate a esos chicos porque tú me dijiste que era el bufón. Eso fue tan imbécil, pero ya no importa. No mataré a nadie más que no lo merezca.

-Eso es hipócrita. –Le dijo. –Todo ser humano lo merece, eso es lo que los hace seres humanos. Todos en algún momento han herido a alguien. Todos han mentido, todos han usado a alguien...

-Cállate. –Interrumpió. Llego por fin. Camino por el pavimento, nunca había extrañado tanto el piso plano, la nieve se veía reluciente mientras se derretía en el pavimento. –Tú no podrías entender la vida humana. –Dijo. -Eres un sentimiento nacido de dolor y venganza. Los seres humanos no son del todo malos, ser humanos nos hace misericordiosos, nos hace amorosos.

-Te equivocas.

-No, tú te equivocas. –Replico.

-Vamos a la granja que queda al final de esta calle.

-¿A qué? –Pregunto Luis.

-Te mostrare que todos los seres humanos son seres crueles, egoístas y manipuladores, no te dan algo si no saben que beneficio obtener.

-Hecho. –Acepto Luis. –Pero antes debo guardar esto. –Se quito la correa de la escopeta. Y entro al bosque a unos metros abrió un hoyo y enterró todo lo que tenia. La nieve ya comenzaba a crecer. Luis se quito la chaqueta negra que había robado, pero al revisar el bolsillo encontró una pequeña caja << ¿Qué demonios?>> pensó y la saco. Sin tomar mucho tiempo se dio cuenta de que era la caja y de lo que contenía. La abrió y miro el anillo con su destellante diamante.

-Ahora si sientes culpa. –Le murmuro la voz. Luis lanzo a caja al hoyo y enterró todo con sus manos

-Es algo que no olvidaré. –Se levanto sintiendo un ardor en sus ojos. <<No soy el único que se arrepiente de algo>> pensó.

-Es cierto. –Repico la voz desde el fondo. –Es como lo de Vanessa, solo actúa como si no pasara nada.

-¡Cállate! –Grito Luis levantándose. –Quizás yo no sea bueno, pero no significa que los demás no lo sea. Soy un monstruo lo admito, pero allá afuera hay gente buena aun.

-¿Te refieres a tu amigos?

-Mis amigos están muertos. –Sostuvo Luis. –Y ellos no eran buenos. Ninguno de nosotros lo fue.

-¿Entonces por qué quieres vengarlos aun?

-La gente puede cambiar. Puede ser mejor, con la ayuda necesaria, con alguien que tienda su mano. Ninguno de nosotros tuvo esa oportunidad. Cometimos un error, sí, pero fuimos estúpidos, muy estúpidos y muy niños como para saber lo que hacíamos... lo que significaba eso. –Bajo la voz. –Vanessa no merecía eso, al igual que los chicos. Esa es la razón por la cual los vengare. Esa es la razón por la cual mataré el bufón yo mismo.

Un Juego Llamado VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora