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Di una mentira, una mentira que me haga quedar
Dame algo de la nada, si no es demasiado tarde
Si es real, si es real supongo que sentiré el dolor
Ven más cerca, fuera de foco...oh, y es difícil
Es difícil amar a alguien que no puede ser amado
Pero es lo que haces, lo que haces
Baby, eres tan cruel, eres tan cruel
Porque me tienes atada a ti, atada a ti
Éste amor que no puedo deshacer, no puedo deshacer...porque me tienes atada a ti. ―Cruel―Foxes.


Camila

Mi nueva faceta de esposa ha mejorado bastante estos últimos tres meses, Lauren se ha comportado como toda una dama conmigo luego de (por así decirlo) compartir conmigo parte de su vida. Hemos pasado juntas varios días con su hijo; Jacob es un niño maravilloso y muy inteligente a pesar de su corta edad.

Lauren me ha contado lo orgullosa que se siente de él y de todos sus logros, le creo pues es lo que veo cuando lo mira. Kendal, la prestigiosa abogada nunca ha cruzado palabra conmigo, aunque de cierto modo la entiendo pues seguramente no está acostumbrada a compartir a éstos dos con cualquier recién llegada. Lauren y yo omitimos el tema su actitud renuente cuando vamos por Jacob a su casa.

Por otra parte y por más que me esfuerzo no he logrado encontrar alguna prueba en casa que involucre a mi esposa en negocios ilícitos. A mi hermano y a su novio no les ha ido mejor, de hecho ahora que lo pienso han estado muy tranquilos o tal vez sea porque esperan que yo de el siguiente paso con respecto al plan.

Ahora mismo me encuentro en el estudio de Lauren, buscando entre los cajones de su escritorio la documentación que Shawn me ha pedido. Sin embargo, no la he encontrado hasta la presente fecha, empiezo a creer que nos hemos equivocado de persona y por más que me duela es lo único que mi corazón desea en estos momentos.

La primera impresión de Lauren fue el detonante de mis intenciones y sumando todo lo que es capaz de llegar a hacer para obtener lo que quiera me motivaron a ir por ella con más decisión. Su posición y dinero no le pertenecen, es lo que mi hermano siempre me recalca cuando discutimos sobre el tema de la venganza. Y es que ¿cómo dudar de una mujer que te demuestra todos días su amor por ti?

Me siento en la silla del escritorio y suspiro con la mirada en el techo; Lauren es tan linda y tierna conmigo y, cada uno de sus detalles me enamora más y más. De sólo pensar todas las cosas que hizo me causa un profundo dolor en el pecho, soy consciente de que no debo sentir esto por mi enemiga, pero nadie me avisó de lo diferente que ella podía llegar a ser.

Negando con la cabeza cierro mis ojos y al abrirlo mi mirada cae a un punto fijo bajo el escritorio frente a mí. Frunzo el ceño, cómo no había visto esto antes; me inclino y trato de arrancar lo que parece un papel abultado adherido a la madera del escritorio. Me cuesta un poco, pero al final logro desprenderlo, mis nervios crecen sin motivo alguno en anticipación de lo que ahí puede estar escrito.

Lo que sea que diga puede desmoronar la imagen que hasta ahora Lauren me ha estado vendiendo.

Deshago el doblez con rapidez y arrugo la frente; es una serie de números, sin un orden o patrón en específico. Quizás sean la clave de alguna caja fuerte o el número de una cuenta bancaria ilegal. Busco algo donde copiar, pero entonces escucho la voz de Lauren seguida a la de Jacob. Demonios, se me había olvidado que es su día juntos. Velozmente dejo el papel donde lo encontré y justo cuando me levanto la puerta del despacho se abre dejando a la vista a un alegre niño y a una confundida Lauren.

A Mí Merced (Camren)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora