-2-

23.2K 1.2K 257
                                    

Suelo ser pasivo
Aunque estando contigo a tus pies 
Me lleno de ignorancia ante 
tu arrogancia que es por placer.—Pasivo.—Kuartzo.


Camila

La buenaza de mi vecina me tiene prácticamente obsesionada, al borde de la desquicia diría yo; no creí fuese tan jodidamente atractiva y sexy. El otro día nos encontramos en las escaleras, no artículamos más de tres frases aunque probablemente fuera porque ella comía un helado y yo me entretuve mirando lo que le hacía con el cono.

Su lengua serpenteando toda la longitud dulce y fría fue como la mejor de las fantasías. Estaba provocándome en todo el sentido de la palabra porque si eso no fue una insinuación entonces mi radar gay esta defectuoso.

Lo que me hace cuestionar su sexualidad. No le visto llegar con mujeres, pero tampoco con algún hombre; lo cual significa que aún tengo esperanza de una chance con ella para lograr mi cometido.

Otra cosa que me vuelve loca ya que es mi debilidad es lo groseramente caliente que luce en su traje de oficina. Cuando concordamos en el ascensor me limitó a observarla, pero por encima del hombro pues la mayoría de las veces ella esta en el fondo...como ahora.

No usa corbata gracias a Dios porque ahí si que moriría de morbo. De sólo pensar en que podría hacerme con ese pedazo de tela causa estragos en mi ropa interior.

Cuando se abren las puertas doy gracias a todos los santos en la repisa de Normani. Si permanecía un minuto más allí dentro junto a aquella tentación no me iba a tentar el corazón para abalanzarme sobre ella.

Su voz profunda me desea suerte y es donde recuerdo la entrevista que mi hermano ha conseguido por mi. La había olvidado por completo, es el efecto Lauren irradio sexo Jauregui.

Me apresuro a coger un taxi. Nunca tengo mucha fortuna al pretender llegar a tiempo a una entrevista de trabajo. O se hace el típico embotellamiento de seis de la mañana o sencillamente el mundo me odia creando los más improbables escenarios para así detenerme.

Afortunadamente he llegado, no sé cómo, pero aquí estoy. ¿Qué cambió hoy de mi malograda rutina?...Si, las palabras divinas de mi vecina.

Le sonrío al hombre de traje que se acerca a mi. Es atractivo y lleva toda la pinta de ser una obseso del trabajo. Desde recepción hacia la planta alta hay treinta cinco pisos. Los he contado en los números rojos del ascensor, manía causada por los nervios.

Al salir todo es impecablemente estructurado y organizado. Quien quiera que sea el dueño se pudre en dinero. El hombre me indica una puerta y le sonrío en agradecimiento antes de entrar.

El despacho es muy grande y por un momento me pierdo hasta que dirijo la mirada al centro.

—¿Piensa quedarse parada ahí todo el día?

Su voz me saca de mi ensimismamiento...esa voz es...entonces alza la mirada. ¡Es mi vecina! Lauren nado en dinero Jauregui. Le sonrío nerviosa ya que no me atrevo a hablar, de seguro sólo balbucearía. Sin embargo, ella no corresponde el gesto.

Me mira seria, distante y impasible, lejos de estar sorprendida. Todo lo contrario a mi, Lauren se levanta y con la mano me señala la silla frente a su escritorio.

A Mí Merced (Camren)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora