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He estado sentado con la mirada fija tras estas cuatro paredes, esperando que llames
Es una cruel existencia, como si no tuviera sentido guardar la esperanza
Nena, me siento loco, despierto estoy toda la noche, toda la noche y a diario
Me das algo, oh, pero no dices nada ¿qué me está pasando?
No quiero vivir para siempre, porque sé que viviré en vano
Y no quiero encajar en cualquier lugar
Quiero continuar pronunciando tu nombre hasta que vuelvas a casa
Estoy sentada con la mirada fija y tengo algo atorado en la cabeza
Me pregunto si esquivé una bala o si simplemente perdí al amor de mi vida
No quiero vivir para siempre, porque sé que viviré en vano.―I Don't Wanna Live Forever―ZAYN/Taylor Swift.



Lauren

Hoy es uno de esos días en los que sólo desearía tomar un ladrillo y golpear contra mi cráneo múltiples veces para sentir el intenso dolor de una muerte horrible. Realmente me siento fatal, la última vez que bebí hasta perder la conciencia arruiné mi matrimonio y perdí al amor de mi vida.

¿Quién diría que me enamoraría perdidamente de mi vecina insoportablemente sexy?

De sólo recordarlo me palpita el corazón y todo mi cuerpo se estremece. No logro aceptar que aquello haya acabado y todo por un maldito desliz mío. Creí que había superado mi problema con el alcohol, pero es más que obvio que no es así. Y la prueba de eso es el estado en el que me encuentro sumergida desde hace una semana.

Ya perdí la cuenta de las veces que he llamado a Camila y no tengo una respuesta suya. Seguramente me está odiando y con toda razón ¡Le fui infiel y lo peor es que no lo recuerdo! No tengo excusa ni defensa alguna, quizás si me merezca su indiferencia. Pero pensando con la última neurona cuerda y libre de alcohol que le queda a mi cerebro, llega a mi mente como un rayo de luz la presencia de mi hijo con Camila.

En mis planes de vida nunca estaba casarme, enamorarme y mucho menos tener una familia. Pensé que con Kendall y Jacob había descartado la idea por completo, pero no contaba con que el amor de mi vida entraría un día por mi puerta, literalmente. Camila rompió todas mis reglas y expectativas y descubrí que estaba equivocada al pensar que mi vida estaba completa sin ella.

Ahora entiendo que sin buscar o pedirlo o siquiera saberlo ella era todo lo que a mi vida le hacía falta.

Sin darme cuenta estoy llorando otra vez y bebiendo de mi botella de whisky. Ni siquiera sé dónde estoy ¿en mi cuarto o quizás en la sala? Todo a mí alrededor parece borroso, de seguro son mis lágrimas la que no me dejan ver con claridad.

El puto teléfono no deja de sonar, debe ser Normani de nuevo dando lata. Debería darle el mes entero de vacaciones para se largue a follar con la contratista rubia que tiene por novia. Tal vez se enamore, se case y tenga lindos hijos de pelo rubio y piel morena...eso mientras no cometa mis mismos errores.

Esto no podría ser más deprimente. Un cupido ebrio, que por cierto sólo le queda una botella vacía en la mano. Al levantarme me doy cuenta que estoy en la cocina, semidesnuda de la cintura para arriba y descalza. Esto último lo sé porque he pisado un vidrio de la botella rota en el suelo.

―¡Demonios!―gruño sosteniéndome de la barra.

Poco a poco y tambaleando me dirijo al cuarto, pero caigo de bruces al suelo cuando tropiezo por culpa de mi pie y del sofá en medio de la sala. Me duele la cabeza y comienzo a marearme, probablemente por el golpe que me he dado contra el suelo. Mis ojos se vuelven pesados al igual que mi cuerpo, podría quedarme aquí y morir como lo merezco.

Como la basura que Sinuhe jamás debió recoger. Como la moribunda que soy ahora. Como la hijastra abusada por su padre. Como la responsable de la muerte del único ser que decidió rescatarla. Mamá perdóname, otra vez te he fallado.

A Mí Merced (Camren)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora