Heridas del Pasado

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Angelina Raynols


El haber hablado con Samantha aquel pasado viernes por la noche, terminó por dejarme un extraño sabor en la boca y una maraña llena de recuerdos tormentosos. Las pesadillas regresaron, y necesité tomar un par de pastillas para poder conciliar el sueño las noches siguientes. El juego de miradas que mantuvimos con Adam aquella noche del viernes, me hicieron sentir bastante tensa, porque  soy realmente consciente, del error que eso significaba.

Debía calmarme.

Salgo de la oficina y me despido de mi equipo de trabajo, sonriendo al ver sus semblantes, en los que se refleja el agotamiento. El inicio de semana a sido bastante duro. Bajo por el ascensor y cuando las puertas metálicas se abren ya llevo las llaves del auto en mis manos. El día de hoy había sido bastante exhausto; entre negociaciones y reuniones con los nuevos accionistas. Enciendo el auto y espero un momento para que cargue el motor, mientras leo el último mensaje de Rosie en mi móvil: una invitación a tomar un desestresante café.

Llamo a Vins por el altavoz del radio del auto al soltar el freno de manos.

—Hola amor, ¿qué tal tu día?

Salgo de la zona de estacionamientos.

—Agotador.

—Lo imaginaba.

—Siento mucho no haber contestado tus llamadas. —Digo.

—No te preocupes, supuse lo de las reuniones.

—Los nuevos contratos, las negociaciones... todo esto me tiene agotada.

Él ríe.

—Sabes que si tienes algún problema, aquí tienes a un muy buen abogado para socorrerte.

Sonrío.

—Lo sé.

—¿Vas a casa?

—Antes haré una parada.

—Déjame adivinar... ¿Café con Rosie?

Yo río con más confianza.

—Acertaste.

Se nos hace un silencio.

—Te extraño mucho amor. —Dice Vincent y siento mariposas.

—¿Cuándo estarás en casa?

—Este domingo.

—Lo mismo dijiste la semana pasada.

—Lo sé y lo siento tanto. Sabes que este caso es muy importante para mi carrera, además, aquí en la capital las cosas suelen ser bastante manipuladas por los medios. Si logro ganar el caso, existe la posibilidad de que pueda ser reconocido a nivel nacional.

Yo guardo silencio, porque esta conversación la hemos tenido centenares de veces. Sé que esto es importante para él, pero últimamente, me ha estado dejando bastante sola entre sus largos y repentinos viajes.

—Bueno, avísame cuando regreses.

—Pero Angie, no te enfades.

Los Malditos También AmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora