Nunca más

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•• 30 ••

Luego de haber ido a ver a Angelina, no hice nada más que beber, beber y beber. No podía creer lo que estaba pasando entre nosotros. Me había dejado, nuevamente, otra maldita vez, ella lo volvía a hacer. Presioné el puente de mi nariz y escupí, odiaba a Angelina por eso. Hablé con Gabe cada día, también con Rosie, pero nadie parecía estar de mi parte. Ella habló con ellos durante mucho tiempo de la manera que se sentía, dejada de lado, sola y olvidada, pero jamás lo hizo conmigo. No fue capaz de decirme lo que le estaba pasando. Eso me emputecía todavía más. Rosie y Gabe me decían que fuera comprensivo, que fuera paciente. Me decían que debía darle tiempo, que debía darle espacio.

¡Podían joderse!

Era yo el que pasaba las noches solo, sin el cuerpo de mi mujer a mi lado. Ya iba una maldita semana. Esa estúpida y desconsiderada mujer a la que tanto amo, ni siquiera había sido capaz de llamarme.
Dejé la botella sobre la mesita junto al sofá y me eché sin fuerzas sobre el.

—Piensas volver a caer en tus debilidades... —pregunta papá al salir de su despacho.

Yo le sonrío con cinismo.

—Vete al carajo. —Le contesto sin dejar de verlo al volver a sentarme sobre el sofá.

Papá se cruza de brazos y suspira suavemente.

—Tal vez el que se fuera es una señal para que traigas a tu hija a esta casa.

Tomo el botellín de cerveza y lo meto en mi boca, sin dejar de ver con molestia a mi padre.

—¿Sabes...? Ella es escuchó todo. Escuchó que pretendías traer a Samantha y a Ángela a esta casa. Escuchó que me diste plazos para darte un nieto. Tienes responsabilidad también en que ella se haya marchado.

Papá se acerca y toma asiento en el sofá frente a mí.

—Solo quiero lo mejor para ti.

—Lo mejor para mí lo decido yo..., y decido que es Angelina.

—Estás inmerso en esa chiquilla.

—¡Es mi puto problema! Ella me hace querer ser mejor. Ella me cambió. ¿Acaso te olvidas de todo lo que hizo por mí cuando era solo una niña?

Papá bajó la mirada.

—Las cosas cambian hijo, la vida y los escenarios. Deberías ya darte cuenta. —Papá se puso de pie y subió las escaleras a su habitación.

—Pues para mí no hay ni un puto escenario si no la tengo a ella. —Le dejé en claro antes de que se fuera.

Yo me volví a echar en el sofá y cerré los ojos, pensando en qué estaría haciendo Angelina a estas horas. Me senté de golpe, si ella quería un tiempo para pensar las cosas, podría dárselo, pero bajo mis condiciones. Así yo me sentiría más tranquilo. Tomo mi móvil y marco un número telefónico que hace tiempo no me comunicaba.

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La mañana siguiente, despierto sintiendo las consecuencias que me dejó la resaca. Tomo el móvil a mi lado para ver la hora; es pasado mediodía. Frunzo el ceño al oír cierto alboroto en la planta baja, y me siento de golpe al reconocer la risa de Ángela. No sé si alucino pero me visto y bajo rápidamente. Mi estómago se revuelve al ver a Samantha sentada en la sala acompañada de mi padre y su madre.

—¿Qué mierda pasa aquí? —pregunto viendo a Samantha directamente. Mi ceño se endurece y ella reconoce inmediatamente lo molesto que estoy.

—Bueno, tu padre-

Los Malditos También AmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora