Una Inesperada Jugada

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•• 19 ••

Mi pie se mueve inquieto al ver a Angelina inconsciente aún en la sala de enfermería. Acerco mi mano y acaricio su mejilla, la cual, luce más rojiza ante la palidez de su rostro. Me frustra verla así. Me hace sentir culpable. Cada vez que estoy involucrado en algo que a Joshua le jode, ella termina siendo la más dañada. Lo lamento tanto. Le tomo la mano, beso su muñeca y le prometo en silencio que nadie nunca la volverá a dañar. Ni siquiera yo. Ella necesita ser amada. Angelina merece ser amada.

—Adam... —me nombra en voz baja a la vez que su ceño se frunce.

—¡Enfermera! ¡Enfermera!

La morena joven aparece de inmediato.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta Angelina al abrir sus ojos y tomar su cabeza.

—Se desmayó señorita. —Contesta la joven al tomar la planilla de control.

—Tu sien... —dice al verme un parche blanco.

Niego despacio.

—Lo importante es que la paciente esté en un entorno armonioso. Está sometida bajo mucho estrés. Dejaré las indicaciones para que puedan retirarlas antes de marcharse.

Doy las gracias y la joven se retira.

—¿Y mi padre?

—Se fue.

Me siento en la silla junto a la cama y tomo una de las manos de Angelina entre las mías mientras dejo suaves besos sobre sus nudillos.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Escuché cuando tu padre te decía toda esa mierda. Intenté no interferir pero cuando oí que él te... —ella baja la cabeza—. Lo peor que podía haber pasado ya pasó. ¿Estás arrepentida? —la angustia de saberlo me mata.

La mirada de Angelina se humedece al verme y aún así niega con seguridad.

—No estaba siendo yo misma. Después de que te fuiste, me convertí en una persona que en realidad no era; siempre queriendo darle en el gusto a los demás.

Su respuesta me deja tranquilo. Me alzo a ella y junto nuestras frentes.

—Yo voy a cuidar de ti. Nadie te volverá a hacer daño, cariño. —Tomo sus mejillas entre mis manos y beso lentamente sus labios.

—Te amo —susurra cuando beso su frente y se me oprime el pecho al reconocer la cicatriz en ella.

Hay marcas que nos seguirán por siempre.



Dos semana transcurrieron desde que volví de Hawaii con Angelina. Finalmente ella aceptó y se mudó conmigo a la casa de mis padres. La felicidad de Hannah al vernos otra vez juntos llegaba al límite de las lágrimas. Estos días junto a ella han resultado maravillosos. No dejamos que los comentarios nos contaminen; aunque debo reconocer que las miradas del vecindario no se molestan en disimular, haciendo que ella se sienta todavía peor. Por supuesto, después de todo, es la "zorra" que dejó a su marido.
Como cada día, parto a la empresa a las nueve de la mañana y al mediodía ya deseo que el día se acabe para volver con ella. Gran parte de mi jornada la dedico a hablar con Angelina por teléfono, por largos minutos, y cuando llego a casa, lo primero que hago es llevarla conmigo a la habitación y hacerle el amor todas las veces que el cuerpo me lo permite. Nuestra vida sexual se está convirtiendo casi enfermiza, porque no existe lugar en casa donde no la haya hecho mía en estos últimos quince días. Mi padre está al tanto de todo, y si bien suena feliz con el resultado pese a la situación que nos llevó a esto, cada vez que tiene la oportunidad, me advierte que no la dañe. Tiene razón. Estoy muy claro que quién más ha perdido al apostar por nosotros, ha sido ella.

Los Malditos También AmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora