Doce semanas y media

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Sentí un escalofríos cuando Adam cruzó la mampara junto a la madre de Samantha. Me senté en el sofá individual ubicado en el corredor y esperé paciente durante más de una hora a que él reapareciera. Cuando las mamparas se abrieron y salió la madre de Samantha, volví a tomar asiento. Mi móvil estaba completamente descargado. No podía llamar a Rosie, ni siquiera moverme del lugar por temor a que Adam saliera y no me encontrara. No quería darle más preocupaciones, con la de su hija ya era suficiente. Baje la mirada a mis manos y comencé a quitar el esmalte permanente de mis uñas.

Luego de un largo e incómodo momento, la mujer a mi lado se atrevió a hablarme.

—Entiendo que esta situación es incómoda para ti chiquilla, pero el hombre al que tanto amas, tiene una prioridad en su vida... Y esa prioridad no eres tú. Lamento ser yo quién te lo tenga que decir. —Levanto la mirada y me encuentro con la mirada de Viviana encima de mí.

—Ese es un tema de nosotros.

Logro oír el pesado suspiro de Ángela pese a la distancia.

—Eres una chica bastante guapa, y no logro comprender porqué te rebajas a situaciones como estas.

Mi pie se comienza a mover inquieto.

—Ellos son una familia querida. —Esta vez la veo a los ojos—. Mira Angelina, no sé qué clase de crianza tuviste de niña, pero Sam nunca tuvo una familia constituida. Mi esposo falleció antes de su llegada, y luego yo me la vivía trabajando para que nada le hiciera falta. Ella ama a Adam, ama a Ángela. Si tan solo tú no estuvieras en el medio, tal vez ellos...

Mi mentón tiembla ligeramente cuando las palabras de Viviana son interrumpidas por las puertas automáticas de la clínica, enseñando una escena bastante íntima entre Adam y Samantha. Viviana simplemente se me queda viendo, antes de comentar el estado de su nieta y unión familiar.

Me sentí espantoso.

Sentí que estaba estorbando.

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Apenas llevo una semana trabajando en el bufet en el que conseguí empleo y de cierta manera, me ha ayudado bastante a mantener la cabeza distraída. Poco a poco las nuevas semanas se comienzan a volver monótonas y la relación con Adam se basa prácticamente en lo que hacemos en la cama. Ambos estamos agotados de problemas, y ninguno quiere lidiar con eso. Es como si, cada vez que hacemos el amor, soltamos la tormenta de emociones que nos envuelven día a día.

—Nos vemos en la noche. —Dice Adam al darme un fugaz beso en los labios.

—Okay.

Lo veo irse y subo al elevador que me llevará a la oficina que me han asignado.

—Buenos días señorita Raynols —saluda Miguel, un joven latino.

—Hola Miguel, alguna novedad... —consulto al ver bastante movimiento en la oficina.

—Dicen que llega un abogado que ha ganado últimamente los casos más importantes que se le han enviado de aquí.

—Ya veo... ¿Cuándo llega?

—El miércoles.

Los Malditos También AmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora