Cambio De Planes

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Durante la noche apenas pude conciliar el sueño, seguía pensativo y a la vez la culpa me carcomia por dentro. Observo el desnudo cuerpo de Angelina a mi lado, durmiendo profundo después de haber hecho el amor en varias ocasiones. Hace mucho que no lo hacíamos con tanta necesidad. Si bien ella había llegado ebria, su forma de entregarse me hacía sentir algo extraño en el pecho. Hicimos el amor como si ambos nos estuviéramos perdiendo, pero a la vez, nos encontrábamos después de mucho tiempo. Quizás en realidad era así, y sin darme cuenta, estuvimos más alejados que nunca, pese a compartir la misma cama.

Volteo y abrazo su hermosa cintura, y la apego a mi cuerpo. Solo quiero sentir su olor. Cierro los ojos y los presiono al recordar sus reclamos y acusaciones.

«¿Qué haces aquí? Creí que pasarías la noche con tus amores...» Me dijo intentando ser burlesca, como si nada le importara.

«Ellas ahora son tu familia, deberías ir con ellas. ¿Qué sigues haciendo aquí?» Me dijo cuando intenté abrazarla y me dio un empujón.

«Todo esto está podrido y somos los únicos que no queremos verlo».

Después de eso la abracé y la besé, pese a la inútil lucha que Angelina dio por alejarse de mí. La presione a mi cuerpo y en menos de quince minutos, estábamos en la cama, completamente desnudos y ella cabalgando hambrienta sobre mí.

Mi piel se eriza por completo al recordar a Angelina tomar todo el control. Me besó como nunca, me tocó como si me deseara más que cualquier otra cosa, y esta vez, fue ella quién me hizo el amor a mí. Fueron tres, cuatro veces, quizás, las que repetimos el mismo acto, y en todas ellas me enterré a mas no poder en su interior, como si quisiera llegar a lo más profundo de su ser, marcándola para siempre como mía. Luego ella cayó rendida, atrapada en las redes del cansancio, la pasión y el alcohol.

La dejé dormir. Mañana tendría una resaca terrible.

Al otro día, Angelina permanece todo el día recostada en el sofá de la sala. Como bien dije anteriormente, tiene una resaca terrible. Pero estamos bien. Después de mucho tiempo, siento que las cosas entre nosotros comienzan a mejorar. Le digo que se quede descansando mientras preparo el almuerzo, le llevo un jugo y pongo todo en una bandeja y se la llevo hasta la sala. Ella me sonríe. Iniciamos una película en Netflix y ella se recuesta en mi pecho. Yo acaricio su hombro y beso su cabeza cada cierto momento. Tengo la necesidad de hacerla sentir que estoy feliz de estar a su lado.

Mi teléfono comienza a sonar.

Angelina intenta alejarse para darme mi espacio para contestar la llamada, pero se lo impido. No quiero que se aleje. Contesto y pongo el altavoz.

—¿Qué sucede Samantha?

Angelina pone la película en pausa, tal vez, para que yo pueda hablar bien con Sam; o para que ella pueda comprender mejor la conversación.

—Creo que Ángela puede tener algo...

—¿Algo como qué? —cuestiono.

—No lo sé... Está muy inquieta.

Suspiro al recordar las palabras de Gabe.

—Tú eres su madre, debes saber qué hacer en una situación así. Yo no estaré disponible siempre Samantha. —Digo y trato de no sonar agresivo.

Los Malditos También AmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora