Una Nueva Realidad

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•• 26 ••

Me sentía como una simple espectadora, viendo en silencio todo lo que ocurría entre Adam y Samantha en la parte trasera del auto. Sin darme cuenta, mi mandíbula comenzó a doler al ir presionando mis molares, y hacia lo mismo con el volante del auto. Todo esto me hacia sentir realmente mal. Siempre había confiado en la fidelidad que Adam me tenía, pese a sus errores, sabía perfectamente que él no sería capaz de engañarme, pero... Ver la manera en que la miraba, cómo la acariciaba para que se calmara; ella se aferraba a su pecho como si su vida dependiera de ello. En cuanto llegamos a urgencias, bajé corriendo a buscar ayuda, porque sencillamente ya no podía soportar ver por el retrovisor del auto cómo ellos se tocaban y se miraban. Él queriendo transmitirle tranquilidad y ella, tal vez, aprovechándose de la situación.

—¡Rayos ! —reclamo en voz baja al frotar mis manos en contra de mi rostro.

De pronto, los ruidosos tacones de una pretenciosa mujer que corre frente de mí logran atrapar mi atención. La elegante mujer le reclama a una de las jóvenes en recepción y luego entrega de mal modo un bolso de color rosa pálido. Se frustra y hace caso a las órdenes que le dan.

—Algunas personas no deberían dedicarse a algo si no cuentan con las competencias suficientes. —Se queja la guapa mujer al sentarse a mi lado.

Yo simplemente sonrío al cruzarme de brazos.

—¿Vienes a ver a algún doctor?

Niego rápidamente.

—Solo espero a alguien. ¿Usted? —pregunto por cortesía.

Ella sonríe.

—Espero saber de mi hija, pero el idiota de mi yerno la trajo a este hospital público de mala calidad. Quizás cómo estarán. La salud pública siempre a sido pésima. No sé en qué estaba pensando este chiquillo al traerla aquí.

—¿Ella está enferma?

—No querida. —Por un momento, su molesto rostro gestó una sonrisa—. Se convertirá en madre por primera vez.

—¡Felicidades! —digo de corazón.

—Gracias, pero ojalá todo fuera tan sencillo. —Su rostro se vuelve a tornar serio y sus cejas se fruncen.

Luce bastante molesta.

—¿Existe alguna complicación? —Continuo.

—La verdad, espero que no.

Asiento despacio y luego siento el móvil vibrar en el bolsillo de mi abrigo, es un mensaje de Rosie anunciando que viene en camino. Siento un alivio inmenso.

—El idiota de mi yerno le está exigiendo un examen de ADN a mi hija. ¿Te das cuenta de la ridiculez? —Ella se cruza de brazos totalmente indignada—. Después de todos los años que mi hija y yo depositamos en él. Es un mal agradecido.

Bajo la mirada algo incómoda. Esto es demasiado similar a lo que sucede con Adam.

—El muy idiota ahora se encuentra en una relación con otra mujer y, por lo que mi hija me ha contado, la chiquilla no es un muy buen ejemplo de mujer. —Frunzo el ceño—. Tampoco es que culpe a la famosa mujer pero... Dios, ellos tres ahora son una familia y la tipa no se quita del medio.

Los Malditos También AmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora