Nostálgicas Actitudes

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•• 6 ••

Luego de terminar el desayuno junto a Samantha, me dice que irá por un baño y sonrío ante su mirada insinuante. Estoy dispuesto a acompañarla, cuando soy interrumpido por Hanna. Samantha se encoge de hombros y yo suspiro.

Doy un par de suaves golpes en la puerta y la abro sin esperar respuesta del interior cuando veo a papá sentado en su escritorio, vistiendo siempre tan formal, con todo a su alrededor a oscuras; a excepción de la lámpara de pie junto a su ancha silla de cuero. Tomo asiento frente a él y papá ni levanta la mirada.

—Hanna dijo que querías hablar conmigo.

Papá sigue ordenando los centenares de papeles sobre su escritorio, en completo silencio. Los ordena con una rapidez impresionante; como si leyera apenas un par de palabras y supiera exactamente de qué trata todo el contenido del texto. Yo paso mi mano por mi mentón y mejilla, sintiendo la barba que ya me comienza a salir y me recargo sobre la silla, viendo los alrededores de la habitación. Suspiro aburrido cuando siento al tiempo avanzar lentamente.

—Te harás cargo de la empresa a partir de la próxima semana —dice papá y yo frunzo el ceño—. Mañana se comienza el traslado al otro edificio; uno más amplio y con espacio suficiente para todos los departamentos administrativos, jurídicos, comerciales, etcétera. No tendrás la necesidad de salir del edificio porque todo estará enlazado en el mismo sitio.

—Pero papá... —me siento correctamente mientras trato de meditar lo que sus órdenes quieren decir. Porque eso es lo que son, órdenes.

—Los abogados están al tanto de todos los cambios que realizaré —continúa hablando.

—Papá...

—Tanto el departamento de contabilidad como el de finanzas te darán un reporte diario; detalles de cada uno de los movimientos económicos que se realiza en la constructora, dentro y fuera de ella.

—Padre... —él acomoda mejor sus gafas.

—Administración te orientará con cualquier ayuda que necesites o cambio que quieras gestionar.

—Joder.  

Claramente, soy totalmente ignorado.

—Te contraté personalmente tres asistentes y dos secretarias para que te apoyes en ellos. Serán tu equipo de trabajo.

Papá continúa hablando y yo solo bajo la mirada mientras mi pierna no deja de moverse, arriba y abajo, con inquietud y frustración al no ser tomado en cuenta.

—Todos están al tanto de tu llegada, así que solo debes demostrar firmeza. Eres un Blake. Eres un líder. Debes ser seguro de ti mismo.

Papá termina de dar su claro monólogo y esta vez me ve a los ojos.

—¿Tienes alguna duda?

Yo sonrío.

—Por supuesto que la tengo.

—¿Cuál? —pregunta sin mostrar expresión alguna.

—¿En qué momento hablamos de que me haría cargo de la empresa? Porque honestamente, no lo recuerdo. —Alzo ambas manos.

—No lo hablamos. Pero es una decisión que ya está tomada.

—Sin mi consentimiento. —Aclaro de inmediato.

Él se quita las gafas y las deja con cuidado sobre el escritorio.

—Sabías muy bien que tarde o temprano este día llegaría.

—Pero debiste consultarme antes, papá. ¿Acaso no me ves? Ya no soy un estúpido crío. Maldición. Tengo veintisiete años. Debiste consultar conmigo primero.  —Reclamo viéndolo a los ojos.

Los Malditos También AmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora