Capítulo VII

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Cassandra

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Cassandra

Estoy viendo como el chico que acaba de saludarme, provocando al tacto una efímera electricidad como si dos cargas de corrientes opuestas chocaran, está saliendo de la cafetería a toda prisa. Me hace preguntarme si hice algo malo o desagradable a nuestro tacto.

Se sube con el otro chico en un Lamborghini. Él es un chico de esos chicos millonarios que no ven al resto por el solo hecho de no pertenecer a su misma clase social; esa es mi conclusión al verlo partir.

Las personas en el lugar observan su partida hasta que todos los ojos recaen mí. 

¿Qué ocurre? 

¿Piensan que yo fui la que espantó a la clientela? 

No es justo eso, porque si me botan por aquello haré relajo; y del bueno.

—¿Qué pasó? —pregunta Amy, la chica pelirroja de veintidós años que sorprendentemente me está cayendo bien. 

Se apoya sobre la caja.

Le doy el dinero de los pedidos de los chicos. —Toma eso me dieron.

Amy empieza a contarlo, esbozando una sonrisa. Guarda una parte en la caja y otra la guarda en el bolsillo del vestido. Miro hacia los lados para ver si la jefa no está cerca, pero me encuentro con la mirada analizadora de un hombre con bigotes tupidos y sin cabellera. Toma la servilleta, desdoblándola con cuidado, llevándola a su boca para limpiar la salsa que le ha quedado impregnada un costado de su labio inferior. Todo lo hace observándome, sin retirar su mirada por un segundo.

Dejo de verlo para mirar a Amy que me extiende un billete de cinco dólares. Doy un paso hacia atrás, negando con mi cabeza. Me voy a meter en problemas si se lo acepto. No solo me pueden culpar de espantar clientela, sino que también de robar.

—No —digo, mientras empuño los costados de mi vestido producto del nerviosismo.

—Ten. —Sacude el dinero—. Esta es tu propina.

—¿Propina? —Asiente— ¿No me estarás mintiendo?

Forma una O con sus labios como si se sorprendiera. —Me ofendes.

—Soy nueva y aun no te conozco bien.

Camina hacia mí y se pone a mi lado. —Ten que sobraron diez dólares del dinero que dieron esos bombones.

—¿Estás segura? —Dudo por un instante en aceptar, pero tomo los cinco y me los guardo en el bolsillo.

—Yo no miento. —Camina hacia la mesa que está cerca de la puerta—. Cuando viene cualquier miembro de esa familia hay buenas propinas.

—¿Qué familia? —Me dirijo a sentarme a lado de Amy.

—Los Cueva. —Apoyo su cabeza con ambas manos sobre la mesa—. En esa familia solo hay gente guapa, pero muy... muy... asquerosamente rica como misteriosa.

Demonios de Noche © - [Serie pesadillas] [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora