Capítulo IX

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Cassandra

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Cassandra

Siento mis párpados demasiados pesados para no desear abrirlos. El ruido empieza a invadir mis oídos de manera impactante. Trato de mover mi cuerpo, encontrándome con una base suave y delicada, sintiendo un frío al paso.

Entonces, todo vuelve a mi mente como un cortometraje mal dirigido.

Recuerdo salir de trabajo...

Recuerdo caminar por la carretera...

Recuerdo a... 

—¡Ese hombre! —grito, abriendo los ojos de golpe, logrando sentarme de un respingón.

Miro alrededor, respirando con dificultad. Trato de captar cada cosa que veo y procesar todo lo que está frente a mí. Me quedo congelada al darme cuenta que estoy desnuda y con una sábana blanca, cubriéndome. Bajo mi mirada con el fin de buscarme alguna herida, no encuentro nada.

Perdida, así me estoy sintiendo. Todo comienza a hacerse familiar. El cuarto donde duermo, las paredes gastadas, el tapizado rasgado, el reloj de pared oxidado y la ventana que me ha servido muchas veces de televisor, porque a través de ella veo el mundo del cual debo cuidarme.

—¿Qué me ha pasado? —le cuestiono al silencio que hay a mi alrededor.

Me siento extraña.

¿Y sí ese señor me...?

No logro terminar mi pensamiento, porque me aterroriza esa idea. Mis lágrimas empiezan asomarse. ¡No tengo ni una maldita idea de lo qué está ocurriendo! Ese señor no pudo ser capaz de dejarme en este lugar, peor dejarme como si nada.

—Tengo miedo —musito, ante el terror que tengo por sentirme confundida y desesperada.

¿Y sí ese señor me violó?

—¡No! —grito, tan fuerte como puedo.

Recojo mis piernas, colocando la cabeza en las rodillas tratando de pensar que eso no podría haber pasado.

—No, no, no... —repito varias veces con el fin de convencerme.

No puedo más con el nudo que se forma en mi garganta. El miedo y la posibilidad de haber sido violada. Ya no hay vuelta atrás, mis lágrimas siguen su camino por mis mejillas dando paso al dolor en mi interior.

Lloro, porque no tengo nada más qué hacer.

Lloro para quitarme la angustia.

Lloro para recordar algo más que esa tenebrosa mirada de aquel hombre entre la brisa.

—¿Por qué a mí? —susurro— ¿Por qué?

La oscuridad empieza a asomarse al otro lado de la ventana. En mi interior, siento que se asoma una también. Agacho mi cabeza con el fin de perderme en otro mundo que no sea el que estoy viviendo.

—¿Por qué? —Dejo escapar un último suspiro de dolor.

—¿Cassandra? —escucho, mi nombre, en una voz familiar.

Alzo mi cabeza para observar quién está cerca.

No hay nadie.

Demonios de Noche © - [Serie pesadillas] [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora