Capítulo XX

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Asaf

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Asaf

—¡Cassandra! —grito, despertándome en el acto.

Mi respiración se encuentra acelerada, todo se vuelve confuso, y me pierdo en la imagen de mi habitación a oscuras alumbrada levemente por la luna reclamando su luz. La sorpresiva entrada de Ian me desconcierta.

—¿Qué pasó? —dice, prendiendo el interruptor de la luz.

Me ciega por segundos, pero cuando logro recuperar mi visión lo veo de manera extraña. No es él, son mis ojos que lo ven con tonos rojos y amarillos, desvío la atención hacia otro lado. Y mi visión sigue igual.

—¿Qué me ocurre? —digo, tembloroso.

—Tus ojos tienen otro tono de lo normal en cualquier demonio. —Se acerca apoyando sus manos en mis hombros para tranquilizarme.

—Algo está mal —empiezo a decir—. Tuve una pesadilla donde estaba Cassandra en una habitación conmigo rodeada de sangre, y después era yo quien la hería con mis ga...

Me detengo antes de completar la palabra garras, recobro conciencia para ver mis manos, y me atemorizo al darme cuenta de que están ahí. Tengo garras, pero eso es lo de menos, en ellas tengo...

—Sangre —suelta Ian.

—Sangre —replico.

¡No puede ser!

¿Y si la pesadilla fue real? 

No eso no puede ser posible.

—¿Qué hiciste? —cuestiona Ian.

—No lo sé. —Me desespero—. Si no fue una pesadilla, ella...

Ian empieza a caminar por la habitación, tal vez, encontrándole una explicación a lo que está pasándome.

—Es tu demonio. —Me congelo—. Investigué mientras estabas inconsciente. Tú eres un Buer, un ser que mata a sus víctimas en sus sueños y absorbe su alma con sus garras...

—¡¿Qué?! —No lo dejo terminar.

Mi corazón late a ritmo acelerado, porque, si eso es verdad, acabo de asesinar a Cassandra. Me levanto de mi cama, llevándome las manos a la cabeza para tranquilizar todo el montón de pensamientos que me invaden.

—Déjame terminar. —exige Ian.

—No puedo, porque la persona que quiero puede estar muerta.

—¿Qué quieres?

Entonces, el silencio toma la habitación para hacerme razonar a la palabra que acabo de decir.

¿La quiero?

—Veo que te sorprendiste. —Empieza a reír, Ian. Y no veo el chiste para nada, sin embargo, dice—: Quiero decirte que, así como matas, también eres un demonio sanador.

Me acerco a él y lo sujeto de los hombros. —Dime que lo último que acabas de decir es verdad.

Asiente.

—Voy a buscarla. —digo, pero sé que mi corazón esta vez es quien habla.

—Si la separaste de tu lado con el fin de que esté bien —me recalca.

Mi decisión de separarme de ella fue una de las cosas más dolorosas que he realizado en mi vida, no quería dejarla en esa casa, pero era necesario. Estar a su lado solo le traería dolor, sufrimiento o la muerte. Sin embargo, la vida es irónica, porque estando lejos el uno del otro, aun así, la sigo lastimando.

—Solo necesito saber si ella está bien.

—Excelente, pero tu amor juvenil lastimará a uno de los dos.

—No me lo recuerdes, pero si Cassandra muere por mi culpa sería mi muerte también.

Me siento como un monstruo, y si todo es verdad, ella acaba de ver esa parte de mí que rechazo, pero que no puedo separar de mi vida.

Demonios de Noche © - [Serie pesadillas] [Libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora