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El pulso se le aceleró y el corazón amenazaba con salirse de su pecho.
Vio como ella temblaba, como se humedecía los labios y no lo soportó más.
Devoró su boca sin piedad. Nunca había probado nada tan dulce y sabía que jamás tendría suficiente de ella.
—Por favor, para.
Dejó de besarla nada más ella se lo pidió, pero todavía podía sentir su boca contra la de ella. Su lengua explorando la de ella.
—Lo siento. Fui demasiado brusco.
—No, bueno si, pero no es eso.
—Entonces dime.
—Quiero intentarlo a mi modo.
¡Joder!
¿Por qué esas cinco palabras le habían excitado tanto?
Le escocían las manos de las ganas que tenía de tocarla.
—Hazlo. Bésame.

Se acercó despacio a él. Ángel mantuvo sus manos apretadas contra sus rodillas para evitar tocarla y no asustarla.
Primero rozó sus labios contra los de él. Suavemente, como el beso que le dio cuando la acompañó a casa de sus padres.
Luego rozó su labio inferior con la lengua para que él abriese la boca, y siguió torturándole con pequeños besos, caricias de lengua y algunos mordiscos.
Cuando sus lenguas se rozaron, ambos gimieron.

Ángel cerró los ojos, intentando concentrarse para no echarse sobre ella.
Poco después, los besos de Silvia siguieron un lento y abrasador recorrido por su barbilla, las mejillas, el lóbulo de la oreja…
—Tienes que parar Silvia.
—¿Eso quieres?—dijo mirándole a los ojos.
—No, pero no podré mantener mi promesa si sigues así.
Notó que ella se ruborizaba y apartó la mirada.
—Lo siento. Me gusta besarte.
-Y a mi me gusta que me beses, pero creo que no estás preparada para lo que realmente quiero hacerte.
—Quieres acostarte conmigo.—fue una afirmación.
—Si. Pero también quiero algo más.
—¿El qué?
—A ti.
—¿Me quieres?
—Estoy completamente seguro de que si. Sé que es una locura y quizá asusta un poco pero no sé de qué otra forma decirlo. >>Yo no soy muy bueno en esto. Como no dejas de recordarme la reputación que tengo pienso que no ves en mí nada más y quiero que eso cambie. Por eso te pedí que vinieses aquí. Me está costando mucho contenerme pero si tengo que atarme las manos para no tocarte y que aprendas a confiar en mi palabra, no dudaré en hacerlo.
—Ángel, yo no hubiese venido de no haber querido.
—Habría encontrado otro modo de estar contigo a solas.
—Lo sé. No me da miedo estar contigo. Y siento mucho que creas que no veo más en ti que tu reputación. Veo mucho más en tus ojos cuando me miras.
—¿Entonces?
—Haremos esto poco a poco y a ver que pasa. ¿Te parece bien?
—Si.
—Vale.—se levantó y le tendió la mano.— Vamos.
—¿A dónde?
—A cenar. Estoy muerta de hambre.
Sonrió. Un nuevo comienzo para él.

Patrick (Serie Love 02) (YA A LA VENTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora