25

740 115 4
                                    

Seis meses hace que estoy aquí.

En ocasiones siento que me estoy volviendo loco, sin embargo me niego a rendirme. No voy a abandonar. Jamás.

Tal y como ya dije, si hubieron problemas con Hannah y su chico.

Y empezaron justo hoy.

La información es de segunda mano, porque yo estaba trabajando y solo he podido escuchar a medias la conversación entre Annette y Hannah.

Estaba limpiando la barra cuando ambas entraron como una exhalación.

Si eso ya no hubiese sido de por si extraño, Hannah me pidió una tila.

¡Una tila!

Por Dios, en el tiempo que hace que nos conocemos sé que no tolera el té y menos soporta los otros tipos de infusiones.

Hannah es adicta a la cafeína.

Miré a su amiga sorprendido, pero los ojos de Annette hicieron que me tragase mi comentario.

Serví a las chicas y me alejé un poco fingiendo secar unos vasos.

—¿Vas a contarme que pasó en tu despacho? Jeremy salió blanco.

Al principio pensé que ella no respondería, pero la espera mereció la pena.

—Trajo un paquete para mi. Lo abrí mientras él preparaba el albarán, y dentro había el vestido más precioso que he visto nunca. La emoción me pudo y corrí al cuarto de baño de mi despacho y me lo prové.

—¿Quién demonios te ha mandado un vestido?

—Carl. Cuando salí, Jeremy se volvió loco y empezó a decir que no podía más. Que quería estar conmigo y hacerme feliz. Y me negué. Después de eso, firmé el albarán y se fue.

—¿Y tú cómo estás?

—Triste.

—Quizá me equivoco, pero ¿es posible que sigas enamorada de Jeremy?

—No te equivocas.

—No es justo para Carl. Sé que le quieres, pero estar con él cuando podrías estar con quien de verdad amas...

—Lo sé. Voy a tener que hablar con él.

Terminé mi turno y acudí al gimnasio.

No lo necesitaba particularmente pero había un motivo por el que estaba allí, y justamente a esa hora.

Era él.

No sabía que era exactamente lo que me gustaba, pero se colaba en mi mente en los momentos más curiosos, y durante el último mes, protagonizaba algunos de mis sueños.

En otra ocasión no me habría fijado.

No se parece en nada a mi prototipo de hombre.

No es que tenga uno específico.

Ahora lo tengo haciendo pesas justo en frente a las cintas de correr en las que me encuentro.

Hasta ahora, de las veces que le he visto, me ha parecido alguien que ama llamar la atención.

Todo lo opuesto a mi.

Descubrí que íbamos al mismo gimnasio hace un mes.

Desde entonces suelo verle aquí un par de veces a la semana.

Aprieto un par de botones y la cinta acelera un poco.

No puedo apartar los ojos de él.

Y no me dificulta la tarea cuando se detiene y quita la camiseta.

Mi boca se secó y otra parte de mi, hasta hace nada dormida, despertó de golpe.

Incómodo y avergonzado por mi reacción, detengo la cinta y me dirijo al vestuario.

Tengo que irme de aquí antes de que alguien sea consciente del bulto en mis pantalones.

Patrick (Serie Love 02) (YA A LA VENTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora