029. Camino perdido para un errante herido.

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[HOSEOK]

Eran pasadas las diez de la noche en Gwangju, cuando me encontraba corriendo por sus calles con mis dos mejores amigos, Seung iba a mi derecha, con una amplia sonrisa en su boca, y a mi izquierda, Suni, con su cabello rompiendo el viento.

<<Camino Perdido>> era un plan que habíamos creado los tres cuando Suni perdió a su perro por un culpa de un camionero ebrio, con la esperanza de sacarle una sonrisa a la menor, que vivía a dos calles de nuestras casas.

-       ¿Era este el lugar? – preguntó Seung a la entrada del parque que quedaba a unas cuantas cuadras de nuestras casas, era el más grande de la ciudad, lleno de grandes arboles, que asemejaban a un bosque.

-       Sí. Es este. – respondió Suni, subiendo su mirada hasta el cielo. – Justo como esa noche.

Entramos los tres al parque se encontraba desierto en su totalidad, únicamente iluminado por los pocos faroles a su alrededor, dándole una vista mágica a los ojos de niños de 12 años.

-       ¿Están listos? – dijo Seung, volteándose a nosotros con los ojos llenos de emoción.

-       Diablos, ¡por supuesto! – respondí, sintiéndome emocionado por primera vez después de todos esos meses.

-       ¡A la mierda! – gritó Suni, corriendo hacia el parque.

Los dos a sus espaldas nos reímos, siguiéndola por detrás.

«Camino perdido» consistía separarnos por ese gran parque, hasta encontrar un lugar con una piedra con forma extraña, cuando lo hiciéramos, deberíamos gritar nuestros nombres hasta ser encontrados por otro "errante",  al final, el camino perdido era para encontrarnos de nuevo en un mismo camino los tres juntos, después de habernos perdido entre el bosque de lo desconocido, del miedo.

Corrí hacía lo desconocido, dejando a mis dos compañeros atrás, mientras sacaba todo el dolor de mi servicio militar por medio de mis jadeos, daba vueltas, gritaba, saltaba, a veces posando mi mirada al piso buscando esa piedra, pero aún no quería ser encontrado por otro errante, quería seguir adentrándome en esa maleza por más tiempo, quería sentirme libre de cualquier sentimiento esa noche.

-       ¡Suni! – se escuchó a lo lejos. Ella ya había encontrado su piedra. ¿Era yo quien debería ir a encontrarla?

Bajé la velocidad debatiéndome entre eso, pero aún no encontraba mi roca con forma extraña. No podría buscarla si no la encontraba antes, pero por arte de magia, o del destino, una piedra con forma de caracol de mar, estaba a dos pasos de mí.

La tomé, distinguiendo sus bordes.

-       ¡Suni! – volvió a gritar mi compañera, que ahora era errante. - ¡Suuuuuni!.

Con una sonrisa en mis labios, grité como respuesta.

-       ¡Hoseooooook! ¡Hoseooook! – desgarré mi garganta, recordándome con cada gritó, quien era, quien fui y quien sería.

Jung Hoseok había perdido su camino en ese gran bosque, había caído demasiadas veces, y solo podía ser rescatado por otro errante.

-       ¡Suniiiiii! – su voz sonaba cada vez más cerca. - ¡Suniiiiiiii!

-       ¡Hoseooooook! – respondí, buscándola por la voz. - ¡Hoseeooook!

Caminé guiado por su nombre, que cada metro, sonaba más cerca de mí.

-       ¡Hoseeeok! – grité por última vez, antes de tener el espanto de mi vida.

Suni saltó a mis espaldas, haciéndome caer al piso, con ella encima de mí.

BOY MEETS WHAT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora