042. Un corazón latiendo en un imperfecto compás.

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[Taehyung]

Las palabras de mi realidad eran duras, habían hecho cambiar mi perspectiva de la vida y mi futuro en un abrir y cerrar de ojos, haciéndome sentir confundido, con miedo, desesperado, moría por despertar de este sueño en donde todo a mi alrededor se caía a pedazos, cayendo a mis hombros el peso de las consecuencias de mis actos.

- Taehyung... - la voz de Jimin al otro lado de la puerta me hizo alejar esos pensamientos por un instante. Sequé mis ojos con la manga de mi sudadera, y respiré hondo.

- Pasa.

Me era extraño que Jimin viniera a verme, de todas las personas en el dormitorio, para ser honesto era al que menos esperaba, no después de todo lo que le había hecho, después de mentirle, ni disculparme con él. Había sido un estúpido todos esos meses, perdiendo a mi mejor amigo, y a la persona que más amaba en el mundo. ¿En qué momento me había convertido en aquella persona? ¿Quién era realmente él? ¿Porqué sufría tanto?.

Miré en silencio como Jimin caminaba hasta sentarse frente de mí, sobre la cama y observándome, sin decir ni una palabra.

- ¿Cómo estás? – preguntó finalmente, rompiendo el silencio entre los dos.

- ... - no contesté, no tenía palabras, me sentía tan pequeño con él enfrente, quien había madurado más en los últimos meses, haciéndome sentir culpable por lo que le había hecho. ¿Cómo podría mirarlo de nuevo?

- Tae. – puso una de sus manos en mi hombro, alentándome a alzar la mirada hacia él. Cuando me animé, obtuve una pequeña sonrisa. - ¿Quieres salir? - Asentí, sintiendo de nuevo mis ojos llenarse de sentimientos, culpas y toneladas de arrepentimientos.

Nadie nos preguntó hacia a donde íbamos, así que dejamos el departamento rápidamente para subir las escaleras y llegar a nuestro destino, la azotea, en donde el aire frío despeinaba nuestro cabello, en donde la ciudad se abría a nuestros ojos, con las luces brillando, y la luna observándonos calladamente.

- ¿Sabes que eres mi hermano, verdad? – me dijo Jimin, volteándose hacia mí, con una mueca de preocupación en su boca. – Hemos vivido muchas cosas, Tae. Buenas y malas, lloramos juntos, reímos más veces de las que peleamos. ¿Recuerdas la gran pelea por sí deberíamos poner o no un bote de basura en el dormitorio?. – una pequeña sonrisa melancólica salió en ambos. – Al final lo resolvimos, ¿sabes porqué? Porque somos una familia, todos nosotros, y aunque a veces parece que está a punto de romperse este lazo, no lo hará, es lo suficiente fuerte. Eres mi hermano menor, y me duele verte así, me dolía verlos tan rotos. – yo seguía llorando, sintiéndome lo suficientemente cansado por el día. Pero escuchar sus palabras, hicieron que más lagrimas cayeran por mi mejilla. – Llora, Tae, llora todo lo que tengas que llorar. – se acercó rápidamente a mí, y me abrazó. – Eres más fuerte de lo que crees, estas no son lagrimas de alguien roto, estás son lagrimas de alguien que se está perdonando.

- J-Jimin, y-yo... perdón. – fue lo único que pude decir.

- No me pidas perdón, idiota. Eres mi mejor amigo al final de todo.

Pasaron los minutos, largos y reclamando su existencia en el tiempo, que pasaba cada vez más y más lento. A mí lado, Jimin me había preguntado todo lo que había vivido ese tiempo, mientras yo le decía todo, lo que había sentido, dicho y hecho. Le conté hasta el más mínimo detalle, compartiendo con él aquel peso tan grande que recaía sobre mí. El se limitó a escuchar, y a comprenderme.

Jimin siempre había sido bueno haciendo eso, apoyando a los demás.

- ¿Qué fue lo que te dijo PD-nim? – preguntó después de que soltara el suspiro más largo de mi vida.

BOY MEETS WHAT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora