Capítulo 4: Zoológico.

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Soy consciente de que en menos de diez minutos mi mamá estará golpeando mi puerta, pero mi alma aún no está lista para despertar y vagar por las calles de Los Ángeles

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Soy consciente de que en menos de diez minutos mi mamá estará golpeando mi puerta, pero mi alma aún no está lista para despertar y vagar por las calles de Los Ángeles. Además, estoy sufriendo por un dolor de cabeza infernal.

Aparte de eso, debo asegurarme de que mi estado mental y emocional estén a un nivel moderado y estable; ya que, no sé por cuánto tiempo estuve llorando ayer, solo sé que mis ojos dolían y que mi nariz estaba pasando por mal momento de tanto sorber mocos.

Sobre todo por el hecho de que mis amigas no se despegaron ni un minuto de la puerta, de solo recordar la forma en la que entraron al baño se me olvida la tusa por la que estoy pasando. Ellas empujaron la puerta de uno de los cubículos encontrándose a una chica en una situación un tanto... incómoda. Solo pude escuchar los gritos de todas, y por un momento se me olvidó porque estaba llorando. Definitivamente, no sé qué sería de mí sin ellas.

Cuando sonó la campana, todas mis amigas me llevaban abrazadas, estoy casi segura de que parecíamos salidas de una escena sobre el Girl Power. Por suerte, no lo vi en todo el camino a la salida y pude regresar a casa sana, pero no estable en cuanto a los sentimientos.

De repente, mi mamá toca la puerta sacándome de mis pensamientos.

- ¡Kylie, ya es tarde, levántate!, ¡Después no te alcanza el tiempo para desayunar!

Y es cuando por fin miro el reloj, son las 5:37 a. m. Tengo que estar en la escuela a las 6:30 a. m. y conociéndome, voy a estar dando vueltas por toda la casa antes de estar lista.

- ¡Ya voy! - grito de vuelta.

Me levanto de mi cama y la arreglo, luego me coloco al frente del espejo, de inmediato veo  enormes ojeras, me voy corriendo hacia el baño para lavarme la cara. Me quito el pijama y me meto a la ducha.

Después de ducharme, cepillo mis dientes, me coloco el uniforme y me aplico un poco de corrector y polvo para disimular las ojeras, y poder bajar a la cocina para desayunar. Creo que estoy a tiempo.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina.

- ¡Buenos días!

- ¡Buenos días, preciosa Ky! - respondieron en unísono.

El desayuno estaba servido, y por consiguiente, delicioso.

Me levanto de la mesa a penas termino de desayunar, y pongo mi plato en el fregadero. Veo el reloj que está en la pared que indica que son las 6:10 a. m., no me va a dar tiempo de lavar los trastes, así que los dejé en el fregadero.

Subo a mi habitación para cepillarme nuevamente los dientes. Ya cuando me cepille los dientes, bajo al living para esperar a que mis amigas pasen por mí.

Me acuesto en el mueble a esperar a que me llamen, mientras veo mi reloj de muñeca y son las 6:25 a. m., y todavía el dolor de cabeza persiste en seguir atormentándome, pero no está tan fuerte como cuando me levanté.

Creí que era importante para ti. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora