Capítulo 13: Trágame tierra y escúpeme lejos.

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En multimedia Edward Simpson

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En multimedia Edward Simpson.

Mis días han estado muy "normales" últimamente, bueno, dentro de lo cabe. Si bien, mi promesa de olvidar a Jayden sigue en pie, esta se va ejecutando lenta y dolorosamente.

Antes trataba de estar cerca y coincidir con él todo el tiempo, ahora le huyo como la peste. Creo que él se da cuenta de esto, porque no he podido disimular muy bien que digamos; ya que, con solo escuchar su nombre o su voz, huyo despavoridamente del lugar chocando con todo y todos, dejando un rastro de locura.

Ridícula enamorada, pero segura desilusionada.

En realidad, mis días no son tan... normales como quisiera, fuera de mi relación no-relación con Jayden. A pesar de todo, estos me han servido para entretenerme un poco, mucho; aunque, Edward sobre pasa eso. Ha estado toda la semana diciendo que somos esposos y que seré la madre de sus hijos, eso me hace reír; pero como dice mi mamá, todo en exceso es malo y molesto, por eso cuando sobre pasa mi límite de paciencia, que por cierto, es relativamente bajo, me vuelvo tajante y un poco o muy grosera, porque a mi parecer, deja de ser divertido para volverse fastidio absoluto.

— Edward... por milésima vez, ya para. - lo tomo de los hombros y lo zarandeo; aunque es difícil, es muy alto.

— Kylie... - lo ignoro. 

¿Por qué no se cansa? Dios, cállalo.

 — Amor... - sigo sin prestarle atención. — Esposa hermosa... - ya me estaba enfadando. — Gordita preciosa.

— ¡Deja de joder por una maldita vez! - digo brusca y al instante mis amigas se empiezan a reír. No me lo soporto un segundo más. — Nosotros. - digo señalándonos. — No somos NADA. - resalto la última palabra.

— Me estás haciendo sentir mal. - finge tristeza. — Yo a ti te amo. - toma mi mano fingiendo estar enamorado.

Si no lo conociera diría que de verdad está enamorado.

— Por favor, ya no es divertido. - insisto.

— Está bien... como usted ordene, joven esposa. - me da un beso en la mejilla y se aleja antes de que mi puño pueda impactar su cara.

— ¡Inténtalo otra vez y te mato! 

— ¡En otro momento será! 

Imbécil. 

Suena la campana, lo que significa que tengo que dirigirme al campo. Estoy exhausta, y aun no hago nada. Guardo mis cosas en los vestidores, aprieto los cordones y salgo rumbo al campo de futbol.   

Creí que era importante para ti. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora