En un abrir y cerrar de ojos llegó navidad, mi época favorita del año.
Mi familia materna tiene una extensa tradición, que consiste en reunirse todos los veinticuatro de diciembre en una casa para armar y decorar el árbol de navidad al compás de los villancicos y un rico chocolate caliente y para los adultos, rompope.
Justo ahora, estoy observando mi reflejo en el espejo y para mi pesar, me veo del asco, tengo grandes ojeras producidas por leer hasta tarde y el cabello digno de un espantapájaros. Me lavo la cara y los dientes, luego me hago una cola de caballo y salgo de mi habitación para ir a la cocina.
Mi estómago pide a gritos alimentarse.
La casa está que retumba de tantas voces en un mismo lugar. Genial, la casa está llena y aun no me he bañado.
Mientras bajo las escaleras corriendo piso un carrito de juguete y mi vida peligró, Miguel...
— Que linda forma de empezar el día, ¿No? - bromea Josh.
— Ja, Ja, muy chistoso. - digo sarcástica, mientras le doy una palmada en el trasero y él me jala del cabello. Así nos demostramos nuestro amor.
— Ya llegaron Ariana y Zara, están terminando de pelar papas.
— ¿Y tú qué haces aquí y no estás ayudando, condenado? - lo golpeo en el brazo.
— Te iba a despertar, descerebrada. - me da un zape.
— ¿Acaso quieres morir? - bufo.
— Bájale dos a tus ganas de pelear, que no estamos en un ring. - golpea mi frente. — Apresúrate, nos están esperando.
Ambos nos dirigimos a la cocina y ahí estaban mis papás, junto al resto de la familia.
En la pobre cocina no cabía un alma más, y todos se veían tan... cómodos y entretenidos.
— ¡Buenos días!
— ¡Buenas tardes! - contestan en unísono.
Miro el reloj y efectivamente, era la una de la tarde. De seguro, mi mamá no me sermoneará porque está toda la familia, sino, me despelleja por levantarme tarde y más porque hoy es un día especial para todos.
Esquivo a unos cuantos y me acerco a la nevera, ésta estaba llena de refractarias y bowls con comida para la cena de hoy, y nada para desayunar.
Busco con la mirada a mi mamá y la encuentro riéndose de mí, junto a mi papá, que de seguro se está comiendo el último yogurt. Ella tenía todo planeado y él fue su cómplice.
Saco un vaso y lo lleno con agua fría, retándola. Bueno... hoy ayunaré por unas cuantas horas, o eso espero.
— ¡Familia, pesemos a la sala y empecemos con la decoración! - chilla emocionada mi mamá.
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Creí que era importante para ti. EDITANDO
Teen FictionMe enamoré de quien no debía y lastimé a quien no lo merecía. Nos herimos en el camino y la destrucción fue nuestro fin. Mis padres lo sabían, mis amigos lo sabían, yo lo sabía, y aun así, me entregué a él, en caída libre, sin seguro y sin regreso. ...