Capítulo 16: Barbie humana.

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Continuación...

Creo que tenía diez minutos durmiendo cuando:

- Kylie... - me susurran en el oído, yo gruño.

- Kylie... - vuelven a susurrar, pero esta vez era Alexia.

-- Si... - digo bostezando.

- ¿Estabas dormida? - pregunta inoscente.

- No... - respondo sarcástica. - Estaba pensando y cuando pienso mucho ronco. - digo enojada, no me gusta que me levanten.

- Ja Ja, que chistosa. - dice igual de sarcástica Charlotte.

- ¿Que quieren? - digo con los ojos entrecerrados.

- No tenemos sueño. - dice Alía en representación de todas.

- Pues.. yo si.- digo bostezando. - Así que duerman zanganas. - y me acomodo nuevamente para seguir con mi siesta.

Ellas toman una almohada y me golpean fuertemente contra mi hermoso rostro.

- Las mato. - digo amenazandolas, me levanto rápidamente de mi cama y cojo la primera almohada que encontré, y así empieza la pelea de almohadas.

Todas empezamos a tirar las almohadas y cojines de mi habitación, saltabamos de un lugar a otro. Hasta que la puerta se abre de golpe y todas nos quedamos inmóviles, en el umbral de la puerta se encontraba mi mamá mirando a todos los rincones de la habitación enojada.

Respira profundo y dice:

- Mañana... - hace una pausa. - ¡No quiero ver la habitación así! - dice enojada.

- Si señora. - respondemos en unísono con miedo.

Mi mamá nos mira por última vez y cierra la puerta, de nuestras bocas sale un suspiro y todas corremos a mi cama.
Nos miramos y procedemos a reír.

- Tengo hambre. - digo cambiando de tema.

- Yo igual. - dicen en unísono.

- Okay. Bajemos.- me levanto de la cama y ellas me siguen, con cuidado abro la puerta de mi habitación y miro el pasillo. No había nadie, les hago una seña con la mano, nos ponemos en puntillas y bajamos las escaleras con cuidado.

Mi mamá tiene oídos biónicos, no nos conviene que nos escuché.

Nuestro propósito es asaltar la alacena, por suerte mis papás habían hecho el mercado un día antes y la alacena estaba llena. Tomamos cuatro potes de helado, dos paquetes de galletas Oreo y chocolates.

Todas teníamos algo en las manos y procedimos a subir, antes de llegar al pasillo me asegure de que todos estaban en sus habitaciones, hice nuevamente la señal y subieron las escaleras deprisa. Al llegar a la habitación colocamos el pestillo, para que no hubiera otra sorpresa.

Colocamos una película (Si decido quedarme) y empezamos a comer el helado.

(...)

En la mitad de la película, vi que todas estaban llorando como niñas pequeñas, yo era una de ellas. Mire nuevamente el pote y ya no quedaba mucho, y no me iba ha arriesgar a que me descubrieran.

- ¡Porque la vida es tan cruel! - dice Charlotte, con lágrimas en sus ojos y llevándose a la boca una cuchara llena de helado.

- Humm ju. - digo quitándome las lágrimas de las mejillas.

(...)

Luego de cincuenta y cinco minutos se acabó la película, y todas teníamos los ojos y la nariz roja de tanto llorar.

Creí que era importante para ti. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora