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Una semana después

Cassandra

- Cassie, ¿estas lista? - me preguntó mi padre desde el salón.

Era la última caja que me quedaba de mi habitación de la casa de Brooklyn, en la que crecí y viví durante diecisiete años.

Miré mi habitación color rojo claro tirando a rosa, desde la puerta con la caja en la mano. Mi cuarto estaba casi vacío: mi cama no estaba, papá la había trasladado a mi habitación de la residencia, al parecer eso se puede hacer; mi escritorio tampoco ni mi mueble; mi armario, incrustado en la pared, estaba abierto de par en par sin ropa dentro, la mayoría de la ropa la tenia aquí, ya que en la Torre de los Vengadores tenía muy poca; y por último mi corcho, que estaba vacío, he quitado todas las fotos de mis amigas y mis notas para trasladarlas a mi nueva habitación.

No estaba muy feliz, si ya no me gustaba la idea de mudarme a la Torre de los Vengadores, y eso que no tenía nada, ahora me molesta.

- ¿Cassandra?

- Voy - dije mientras cerraba la puerta de la habitación como podía. 

Caminé hasta la puerta de mi casa, en donde estaba mi padre esperándome. No quería irme, no quería ir a esa academia. Quería terminar el curso e ir a la universidad, pero mi padre no lo entendía porque no se lo había dicho. 

- Estarás bien - me dijo mientras me montaba en el coche. 

No lo miré en ningún momento durante el trayecto, no sabía como decirle que quería ir a la universidad. Cuando me armé de valor para decírselo ya habíamos llegado. Me ayudó a bajar mis cosas y me acompañó a la residencia en silencio. 

Me había tocado estar en la misma habitación que Leila y otra chica. La conocía de vista, sabía quien era su madre pero nunca he hablado con ella, básicamente porque a su madre la he visto dos o tres veces. 

La puerta de la habitación estaba abierta, y dentro estaba Leila y la otra chica, era rubia con los ojos azules, bastante guapa. Mi padre tocó la puerta y ellas dos se giraron hacia nosotros. 

- Hola - saludo Leila con una sonrisa. 

A ella le encantaba la idea de estar en la academia, pero yo, prefiero un instituto normal, no con adolescentes raros como yo. Quiero una vida normal, fuera de todo esto, sin la responsabilidad de tener que salvar vidas, sin preocuparme por quien a muerto. No quería eso para mi. 

- Bueno, Cassie, yo me tengo que ir - me dio un beso en la frente y me dio una carpeta que la dejó encima de la caja que llevaba -. Dentro está tu horario. 

Lo observé hasta que dobló por una esquina, y miré hacia la habitación. Era bastante grande, cada una teníamos nuestras camas y nuestros propios escritos y armarios. Entré y dejé la caja en mi cama. La chica rubia se acercó a mí, su pelo era un poco más largo que él mío y su rubio era muy intenso. Yo soy pelirroja, y mi padre rubio, pero nunca deseé ese color de pelo, ya que según mi padre mi madre era pelirroja. Hasta que me lo tinte de marrón con quince años. 

- Soy Raina, pero puedes llamarme Ray - dijo acercándose a mí y dándome la mano. Yo le sonreí a modo de saludo y me presenté. 

- Yo Cassandra, pero llámame Cassie - dije riéndome. 

- Eres hija del Capitán América, ¿verdad? - dijo caminando hasta su cama y sentándose en ella, yo me giré hacia mi caja y la abrí, asentí con la cabeza -. Mi madre es Carol Danvers.

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