18. Vueltas, vueltas y vueltas

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Ray

-Venga, arriba -dijo una voz, mientras abría las cortinas de la habitación.

La cabeza me dolía, me tape la cara con la almohada, escuché como alguien se quejaba, seguro que era Cassie. Intenté abrir mis ojos para saber quien era la persona que me había despertado.

-¿Qué horas es? -preguntó Casi muerta de sueño.

-Las ocho -era la voz de Leila.

-Dios, Leila. ¿Tu nunca duermes? -dije mientras cerraba los ojos para dormir.

-Venga, hay que ir a desayunar -dijo quitándome la manta -. No quiero que se acabe lo mejor.

-¡Ve tú! -dije quejándome.

-¡No! Vamos, arriba que hay que vestirse -me lanzó mis pantalones-. Además, hoy hay que estar en el Estadio de los Vengadores.

-Por favor -dijo Cassie con voz ronca, recién levantada. Abrí mis ojos, se estaba levantando de la cama-, no digas de los Vengadores, es solo un campo de fútbol.

-Bueno, que más da. Hay que estar a las nueve -me levanté de la cama, me estiré y bostecé-, y a tu padre, Cassie no le gusta que nadie llegue tarde, y menos si es su propia hija.

-Lo sé, Leila -dijo molesta mi amiga-. Llevo siguiendo sus normas desde que tengo memoria, no tienes porque recordármelo.

Me puse mis pantalones de entrenar, junto con la camiseta y los zapatos. Me hice una coleta, lo mas rápido que pude, y me miré al espejo. Ayer fue viernes, fuimos al Club A a tomar algo, y luego al Josie's a bailar, habíamos ido todos los de nuestras clases, los chicos estaban casi todo el tiempo sentados mientras que las chicas bailabamos. Seguro quebhan disfrutado mucho, pero mi cabeza ahora duele, y tener ahora una clase con el Capitán no molaba.

-Perfecto, después de una resaca estoy mejor que nunca -dije mirándome la cara y las ojeras-. Me dijiste que tenías corrector, ¿no, Cassie?

-Sí -dijo lanzándome el corrector, que no lo pude coger.

-Odio que hagas eso -le dije poniéndome el corrector debajo de los ojos. Ella sonrió y se encogió de hombros.

En tan solo un mes, se había convertido en mi mejor amiga, al igual que Leila, pero eso de que me lance los objetos, no lo llevo muy bien, lo que me hace gracia es que ella los coge al vuelo.

Cassandra y Leila estaban esperándome en la puerta, mientras veían a los demás correr por los pasillos hacia el comedor. Cogí mi mochila y salí de la habitación, Leila se giró para cerrar la puerta con llave.

-Que guapa estas, Ray -dijo Andrew.

-Gracias -le di una sonrisa-. ¿Qué quieres?

Andrew miró a sus amigos. Byron negó con la cabeza y sonrió a su amigo.

-Nada -me sonrió -. ¿Es qué no puedo decirte lo guapa que estas sin querer nada a cambio?

-Anda, Byron, llévatelo -le dije al moreno de ojos azules.

-Con mucho gusto -dijo mirando a Cassandra-. Buenos días, Cassie -le dijo sonriendo.

-Buenos días -dijo ella con la misma sonrisa.

Cuando nos pusimos en marcha hacia el comedor, miré a Cassie. Llevaba una semana sin saber que hacer, la pobre tenía un lío en la cabeza, y no sabía que hacer.

-No puedo seguir en esta situación -dijo-. Tengo que aclararme, o elegir.

-Pues yo no paro de pensar en lo que querrá ese energúmeno -dije un poco enfadada.

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