Capítulo XIX

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Semanas más tarde...

Era otra mañana más en la Mansión de Londres, el invierno se encontraba cerca, las hojas de los árboles ya habían caído y el frío comenzaba a helar el ambiente. Eran ya tres meses en los que los chicos Andley, Brighter y O'Brien se encontraban en la cárcel alemana en esa misma ciudad.

La señora Brighter paseaba cerca del jardín interior de la mansión, envuelta en un fino y abrigador abrigo, pero en su corazón sentía esa fría brisa otoñal, también se colocó su manguito para calentarse las manos, pero el frío del ambiente no era nada comparado con las horas de angustia de que cada hora que la estuvo esperando, a ella, a su hija. Habían sido noches y días de preocupación, ahora era todo diferente, los chicos apenas habían llegado hacia una semana y se encontraban enclaustrados, durmiendo mucho, apenas y comían y se la pasaban llorando por la tristeza que sentían.

La más débil de ánimo era Annie, su vida había cambiado en tan sólo una noche y hacía tres meses que había perdido las esperanzas. Patty por otro lado, apenas y se levantaba por las mañanas y por su propio pie, lentamente, llegaba a la fuente del jardín, donde se quedaba la mayor parte del tiempo disfrutando de algunas horas del poco sol; su abuela Martha se limitaba a observarla ya que desde que había llegado no pronunciaba palabra, cada vez que Patty veía a su abuela soltaba lágrimas y se abrazaba a ella para después retraerse; poniéndose nerviosa y soltando a llorar con pánico.

Para Stear y Archie no era diferente, ellos tenían pesadillas y se veían tan atormentados que no querían ya dormir, por primera vez Jeanice cuidó de sus hijos, que parecían tan pequeños siendo ya unos adolescentes. George parecía tan optimista, de entre sus recuerdos traía a su mente y a sus oídos la risa cantarina de Candy, revoloteando por doquier, que daría por tenerla ahí con ellos, pero eso no podría ser, apenas tenía tres semanas desde que todo el plan de que William se casara con Candy estaba puesto en marcha, ese había sido el mensaje que Sir Carnegie padre le había mandado desde San Pedro justo hacía casi un mes.

Él estaba más preocupado por la recuperación mental de los chicos que por el estado anímico de sus padres; observaba pues por la ventana que daba al jardín, desde la biblioteca, la extrema delgadez de Patty, alguna vez le había comentado la señora Brighter que a Annie ya no le colocaba el corsé pues pensaba que eso en vez de ayudarla la lastimaría, recordaba cuando Candy en su depresión por la muerte de Anthony lloraba y que la señorita Annie fue quién la ayudó a salir en cierta forma de ese estado, entonces fue que una idea pasó por su mente.

George soñaba despierto cuando sintió que alguien lo jalaba del brazo.

- George, ¿me escuchas? - lo llamó Dorothy.

- Sí Dorothy, ¿qué pasa? - respondió suspirando.

- Te llegó un telegrama, toma - la mucama se lo dio y se retiró de ahí.

- Gracias Dorothy - respondió George, abriéndolo rápidamente.

Querido George...

Espero estés bien, quiero que seas el primero en saberlo.

Albert y yo nos casamos hace unas semanas y vamos de luna de miel a Escocia.

Es un secreto, espero que nos lo guardes.

¿Has sabido algo de los chicos?

Mantennos al tanto por favor.

Candy y Albert

- ¿Son buenas noticias, George? - cuestionó el señor Brighter curioso por la sonrisa que reflejaba el rostro del moreno.

- De la señorita Candy de hecho señor Brighter, ¡Se ha casado! - expresó George, impresionado.

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