Capítulo XLIV

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Mientras eso sucedía en Glasgow, en la casa de la madre de Mark, la situación médica de Candice no era buena, cada minuto que pasaba era un constante suplicio tanto para el feto como para la madre. Hasta el momento en que una ligera fiebre se presentó en la rubia, preocupando sobre todo al médico tratante.

- ¡Hola! - saludó Annie observando lo mismo que el médico observaba, la voluminosa figura de su amiga y hermana. ¿Cómo está? - cuestionó de repente.

- ¡Hola, señorita Annie! ¿Cómo está? - esa pregunta es la que no quería contestar.

- ¡Bien gracias! Me refiero a ella - le señaló.

De pronto la señor Elroy también se acercó hasta donde ellos se encontraban parados, en le resquicio de la puerta.

- No muy bien, no podemos darle ningún remedio y usted lo sabe, presenta dolor pélvico y eso es muy preocupante - refirió el médico, lo más serio posible.

- ¿Estará bien? - pregunta la señora Elroy volviendo el rostro a su sobrina.

- Señora, por supuesto que no lo está ni lo estará, por lo mismo creo oportuno decirles que tendrán que decidir por alguno de los dos cuando llegue el momento - explica el galeno un tanto enfadado.

- ¡Nosotras no podemos hacerlo! - espeta la señora Elroy sabiendo que la única persona que podría hacer sería Albert y nadie más.

- Entonces necesito aquí al padre - solicitó.

- No podemos traerlo y usted lo sabe - reiteró la matrona, enfadada porque el galeno les había pedido algo que era difícil para ellos.

- Entonces haré lo mejor para la señora - refirió el médico, dejando a ambas en el resquicio de la puerta.

- Pero... - la matrona se quedó estupefacta y sin habla.

- Señora Elroy, debemos regresar a la mansión, ¡tengo una idea! - se le ocurrió a Annie, apurándola con la canasta donde esa mañana trajeron las verduras y frutas y saliendo de la casa como si nada.

- Bien, volveremos mañana doctor Smith - aseguró la señora Elroy.

- Sí señora Elroy - aceptó el Dr. Smith.

- ¡Dios te bendiga, Candy! - Annie y la señora Elroy se acercaron. Annie se agachó y besó la frente de su hermana, despidiéndose.

- Buenas noches querida sobrina - la señora Elroy, se agachó con dificultad, le acarició la mejilla mientras le tomaba la mano y se la besaba. Levantándose de ahí para después salir junto con Annie y John hacia la mansión.

Annie, John y la señora Elroy salieron de la casa de Mark y su madre aparentando estar muy cansados, después de que John las ayudara a subir, él hizo lo mismo, lento iba el caballo cuando llegaron a la mansión, siendo recibidos por Marie y George. Annie no pudo contenerse y al ver a la mano derecha de Albert, corrió hasta él y le dijo lo que tenía planeado, así que en ese momento se pusieron todos, incluidos los padres de los Cornwell a armar el plan de Annie.

Por el momento era irse a descansar, ya al otro día sería lo de menos, sería una gran puesta de teatro y para eso si que estaban dispuestos y preparados. Muy temprano Marie y John salieron rumbo al pueblo, por una salida lateral de la propiedad en Edimburgo que era poco frecuentada y que seguramente también conocida.

Mientras ésto sucedía con ellos, las señoras Cornwell, Brighter y O'Brien se preparaban para dar un paseo al lago, al mismo tiempo el señor Brighter, Cornwell y O'Brien se disponían a salir a cazar, quedándose en casa la señora Elroy, George, la hermana María, Annie, Archie, Patty y Stear. El médico aún se encontraba con Mark, así que mientras desayunaba y vigilaba el proceso de Candy pensaba en ¿cómo reunir al señor William con su esposa? Temía algún sufrimiento de ella o propiamente del niño que aún llevaba en el vientre. Retirando la mirada del abultado vientre, terminó de desayunar.

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