Capítulo XXIX

371 34 52
                                    

- ¡Hola... Albert! Dime, ¿dónde está Tarzán Pecosa? - preguntó el castaño extrañado por no ver a Candy.

- Pues..durmiendo, últimamente es lo único que hace, dormir... - explica Albert apesumbrado.

- Seguro, pero vamos hombre ¿por qué tan sorprendido? - le espeta Terry, sonriendo.

- Pues ¿no se supone que tendríamos guardias en Londres...? - cuestionó Albert.

- Digamos que un pajarito nos ayudó contándonos que han tenido problemas desde Lisboa... - refiere Terry como si se lo estuviese contando a puras damas.

- ¿Problemas? No precisamente... - sonrió Albert no soportándolo más.

- Sí claro seguramente al pobre Dr. Pereyra, la malvada Candice lo mandó a Escocia y al perverso Sir Alphonse Buchanan lo enviaron también a Escocia por esa malvada bruja de ojos verdes llamada Candice White Andley Borthwick... - suelta en son de broma.

- Terry...¿lo sabes? - se asombra el rubio.

- Por supuesto que lo sé, estoy así por ella, por protegerlos... - al rubio se le pone el rostro tan asustado por el estado de su amigo, que oportunamente lo corrige. No, no, no espera, no quise decir eso, no lo malinterpretes, no quise decirlo de ese modo... sólo que no medimos algunas partes del plan...pero estoy bien, es más mi padre ahora me entiende - rectifica, pero Albert aún tiene ese estado lastimero.

- Eso veo, fue bueno entonces. ¿Estás muy lastimado? - quiso saber Albert.

- Depende, si algo... - el castaño no quiso arriesgarse a que su amigo volviera a sentirse mal por él.

- Lo siento mucho Terry...pero ¡puedes dejar de contarlo así! Candy ha estado un poco triste y no queremos que se esfuerce mucho... - comentó el rubio pensando en que si su esposa oía esa versión, lloraría a mares por sentirse culpable.

- Lo sé, entendemos, entendemos que... por cierto, ¡felicidades, han de estar muy enamorados - aseguró Terry, fingiendo que no le lastimaban sus propias palabras.

- Lo siento por ti, sé... sé que la amas, pero... - Albert ya no supo qué decir.

- Sí, es incómodo, pero ella te amó desde pequeña y ya no se puede cambiar... ahora es bueno protegerlos a los tres... - comentó Terry.

- ¿Cuáles tres? - cuestionó Sir Borthwick quien aparenta no entender.

- Sabemos por el Dr. Pereyra que Candice está en cinta, ¡felicitaciones! - se acerca Terry muy animoso

- ¡Lo saben...! - exclama dejándose deslizar hacia abajo y teniendo más tarde un ataque de pánico.

- Albert, ¿qué pasa? - preguntan todos al mismo tiempo.

- ¿Cómo es que todos saben todo? Y yo... yo... ¡por Dios! - Albert no puede respirar muy bien.

- Terrence, ¿qué pasa hijo? - cuestiona el Duque Grandchester al observar como todos los ahí presentes se acercan al rubio y al mismo tiempo aparece Sir Borthwick imitando los movimientos de Sir Borthwick.

- ¡Albert, Albert! ¿Qué te pasa? - exclaman todos.

- Lo siento, pero no puedo - Albert comienza a llorar como un niño pequeño haciendo que Sir Borthwick se sienta mal.

- Sir Borthwick ¿cómo llegó a Lisboa tan rápido... en tres semanas? - cuestionó Terry extrañado, ya que no había reparado en su presencia.

Pasión AfricanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora