Capítulo XX

431 37 20
                                    

- Ayuda a la señorita Annie, por favor. George, ¡eso no lo logrará! ¡Sé cómo ayudarlos! ¡Si vuelve a comunicarse con Sir Campbell, dígale que reuniré ayuda y los ayudaré... - gritó Abahinn a lo lejos saliendo de la mansión y tomando un caballo de los establos, cabalgando a galope para buscar lo que necesitaba, ayuda y sabía dónde encontrarla.

Mientras en la mansión...

Todo había dado un vuelco enorme, era contradictorio para George ser así y pensar que en cualquier momento una sola acción podría ser catastrófico. George pensaba mientras se encontraba al lado del teléfono en algo más que la noticia recién dada. Abahinn buscaría ayuda, pero ¿de quién? Todos estaban en Londres, además del Tribunal de Lyon ¿de quién obtendrían ayuda? Necesitarían alguien que conociera el maquinar de los Duques, pero quién que no fuera Escocés, sino... inglés, que fuera cercano a uno de los Duques, su mente le hizo una broma, tendría que ser hijo del Duque Grandchester. Con la sola idea comenzó a reír dándole en el clavo.

- ¡Terruce Grandchester! ¿Por qué no lo pensé antes? - exclamó George, levantándose y preguntándose a sí mismo mientras se halaba los cabellos, sin creerlo posible.

- George, le llama Sir Campbell - avisó Dorothy.

- Sí Dorothy, gracias. Sir Campbell. ¿Que tiene en mente lady Andley? - preguntó George, aún sin salir de su asombro.

- Pasar como pasajeros de tercera clase, eso es lo que ella propone o pasar desapercibidos con el apellido White - refirió Campbell intranquilo.

- Sir Abahinn Carnegie sugiere otra cosa, contactará a Terrence Grandchester - George le notificó.

- ¡El hijo del Duque Grandchester! - exclamó Sir Campbell.

- Si, él mismo, no sé que tenga en mente, pero debemos esperar un par de días y yo me comunico con usted, ¿está de acuerdo? - cuestionó George, haciéndole saber a Sir Campbell lo que él había concluido.

- Sí George, espero su respuesta - Sir Campbell colgó inmediatamente. Terrence Grandchester, ¿qué tramará Sir Carnegie? - se preguntó Sir Campbell.

Mientras tanto en el Iberia...

Candy no podía dormir más, lo había intentado, pero desde que Albert tuvo esa pesadilla le costaba más trabajo conciliar el sueño, así que mejor se levantó del lecho en el camarote, se colocó una bata y una frazada y salió de ahí, a colocarse en la proa, justo como una vez lo hubo hecho con Terry, ese día el chico se encontraba triste y era una niña empecinada en revivir el pasado. se preguntaba si hubiera sido mejor irse a América como lo tenía planeado en vez de irse al colegio de Verano. Se cuestionaba si en realidad ella pensaba más en Terry, pero no, ella no lo pensaba más como si lo hiciera con Patty o Annie, tampoco como si lo hiciera con Archie o Stear.

- ¿Qué haces linda? - Albert llegó por atrás, tomándola de la cintura y aspirando el aroma del cabello ensortijado.

- Nada, sólo tomaba un poco de aire, ¿sucede algo? - cuestionó evitando mencionar que pensaba en Terry, en lo que hubiese sucedido de no haber estado en África.

- No, sólo que no te sentí a mi lado y quise saber ¿dónde estabas? - respondió el rubio.

- ¡Ah, eso! - suspiró Candy.

- ¿No vas a regresar a dormir? - preguntó su esposo.

- No puedo cerrar un ojo - sonrió ella recargándose sobre la baranda de la proa. ¡Albert! - lo llamó.

Pasión AfricanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora