Capítulo XXX

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El viaje por el Canal de la Mancha fue de lo más placentero, Candy se había recuperado gracias a los cuidados de sus padres, por lo que Albert parecía menos preocupado ahora. Los días posteriores fueron de descanso y sobretodo un rica ingesta de verduras y pescado. Candy un día quiso pescar en medio del mar, así que se lo propuso a Richard, siendo que él se negaba porque no en cualquier lado iban a encontrar peces, pero Candy le insistió tanto que Richard no tuvo de otra que aceptar por lo que Richard se puso a buscar una caña entre los pasajeros encontrando una con un miembro de la orquesta. Dos días después, Candy se encontraba insistente y emocionada cuando esa mañana el Duque Grandchester le había avisado que ya tenían una caña disponible y que le enseñaría. Todos en el comedor que estaba en el balcón de los camarotes se quedaron estupefactos y sobre todo cuando Richard sonriente le pedía "permiso" a su esposo para seguir con la empresa. Albert se lo concedió, entonces Richard invitó a Candice a que lo siguiera a la proa con la caña en mano mientras ella llevaba los señuelos.

Candy se asomó por la baranda y vio que algunos peces nadaban alrededor del barco, así que se fijó como Richard lo hacía, ella se dispuso a aprender cómo lanzar la caña y vio a Richard cuando ya había lanzado, la recargó en el filo de la proa y se alejó a recostarse en un diván de descanso que se encontraban cerca de ahí, tomando un periódico y comenzando a leer; lo que causó extrañeza a la rubia que lo veía extrañada por esa acción.

- Este disculpe..., ¿no debemos vigilar que piquen los peces Duque Grandchester? - preguntó Candice.

- Sí claro Candice, pero tenemos que esperar y por favor quítame lo de Duque, en estos momentos no creo que quieras mencionar esa palabra - solicita el hombre.

- Tiene razón Richard y lo de los ¿peces? - mencionó preocupada.

- Lo de los peces debemos darle su tiempo, picarán cuando así lo crean oportuno, ¿alguna vez has pescado? - cuestionó el hombre mayor.

- Sí, de muy pequeña con Annie, pero lo hicimos tan mal que nos llevó la corriente del rio... no se asuste, fuimos rescatadas por el padre de Annie porque si no, la Hermana María y la Señorita Ponny nos hubieran retado y eso suponiendo que sobreviviéramos... - contó la rubia haciendo que Richard se sintiera extraño por tan vehemente explicación.

Habían pasado unos minutos cuando la caña de Richard comenzó a moverse de la punta hacia abajo, así que cuando Candy la vio corrió hasta ella y comenzó a gritar.

- ¡Ya picó, Richard ya picó! - gritó emocionada ella.

- ¿Qué sucede allí? - se preguntaron algunos de los pasajeros que se arremolinaron detrás de ellos.

- ¡Calma Candy, veamos! - comenzó a decir Richard ansioso por Candice que gritaba de la emoción.

- Mira, ya picó ¿verdad? ¡Ya picó! ¡Vamos Richard, apúrate! - le dijo ansioso.

- ¿Qué sucede Albert? - le preguntó su suegro al rubio.

- Candice está sacando de quicio a Richard - le respondió observándolos a lo lejos.

- ¿Por qué? ¿Con qué cosa? - preguntó él preocupado viendo hacia donde se oía el bullicio.

- La está enseñando a pescar... - Albert no se resistió a sonreír, es más a reír

- ¿Pescar? ¿En la proa? ¡Nunca habrá peces ahí! ¡Y menos en ésta zona del Canal! - espetó él preocupado.

- Pues creo que si los hay, sólo que Richard es más calmado y Candice, bueno Candice se emociona con ello - respondió observando que el padre de Candy comenzó a cambiar el rostro de uno muy preocupado a uno muy sonriente imaginando como lo hartaba Candice.

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