Capítulo XXIII

453 41 22
                                    

- Calma, calma Sir y Lady Beagen recuerden que aún Candy no sabe nada - aseguró Albert viendo como ambos sonreían.

- Y se lo agradecemos, su padre y yo pensábamos presentarnos solos, pero ha sido más fácil entablar amistad sin que ella sepa nada, así que estamos ¡muy contentos! - afirmó Lady Beagen.

- Perdone Lady Borthwick, ¿podría usted obsequiarme un poco más de leche? Por favor - Candy se les acercó para solicitar más leche tibia.

- ¿No te parece que es mucho, Candy? - le preguntó su esposo.

- No, en el Hogar de Ponny, Tom traía un bote de leche y éramos muchos, así que sólo me tomaba tres vasos - aseguró la rubia recordándolo y enseñándoles tres dedos de su mano.

- Y ¿los demás niños? - quiso saber el rubio, suponiendo que ella siempre habia sido golosa.

- ¡Uno! - respondió Candy sonriente.

- ¡Eres una glotona, Candy! - aseveró el rubio.

- Eso decía la Hermana María, siempre me amenazaban con que me saldrían manchas como las vacas... - respondió Candy suspirando.

- Jajajajaja ¡qué cosas dice, Lady Andley! - expresaron los Borthwick.

- Bueno pequeña, ¿quieres tomar una siesta? - ofreció Lady Beagen.

- No estoy cansada, gracias Lady Borthwick - respondió la rubia asomándose por la ventana y admirando el atardecer.

- ¡Vamos Candy, tienes que descansar! - apuró Sir Borthwick.

- Pero... ¿estaremos acostados todo el viaje? ¿No sería más entretenido ver todo los paisajes? - anunció la rubia, entristecida.

- Pronto anochecerá, mañana con más calma los disfrutará, además estaremos más al norte, quizás veamos gitanos... - inquirió Sir Borthwick.

- ¿Gitanos? ¡En serio, ya escuchaste Albert, veremos gitanos! - exclamó Candy sorprendiendo a todos ya que brincaba de gusto.

- Ya lo escuché, pero por lo pronto debemos asearnos y tratar de dormir - informó Albert a la rubia.

- ¡Ah, ¿cómo desearía que Patty estuviera aquí?! Ella dibuja tan bonito que me gustaría que me hiciera un retrato con ese atardecer como paisaje - comentó Candy, suspirando.

- ¡Candy! - la apuró Albert.

- Sí, sí ya voy, muchas gracias y hasta pronto Lady Beagen - despidiéndose de ellos comenzó a caminar siendo jalada por su esposo.

- Buenas noches querida, esperemos que descansen - deseo Lady Beagen.

- Gracias, buenas noches - agradecieron y salieron del recibidor.

- ¿No se parece a nadie de tu familia? - le preguntó Beagen a su esposo.

- A nadie, bueno quizás un poco a mi hermano, pero no tan así - aseguró el robusto hombre, pensándoselo mejor.

- ¿El Hogar de Ponny? - preguntó Beagen. ¿Los niños, Tom...? Hay algo que nadie nos ha comentado, Sir Borthwick - aseguró ella.

- Y ¿cómo hacerlo mujer? Recuerdas que ni tiempo te dio de cambiarte el traje de montar cuando llegó el telegrama de Sir Andley. Lady Beagen Borthwick, es la primera vez que no se da un baño durante un mes - informó sonriente el Sir.

- Claro, ese fue un suplicio, pero nada como para no sufrirlo por ella, que él mismo nos pidiera ayuda, fue algo muy emocionante y por demás el carruaje estaba de sobra, debíamos de ser rápidos, ya cuando llegáramos a Badajoz sería otra situación que resolver. El lujo en ocasiones estorba. Teníamos un mes para llegar aquí, por tierra, sin que nadie supiera, un mes era todo, Lisboa estaba lejos y debíamos armar muchas cosas - recordó ella, recargándose en el pecho de su marido que sonreía ante tal aseveración.

Pasión AfricanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora