Capítulo VII

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- ¡Yo lo haré, por supuesto...! – respondió un joven que recién había entrado.

Fin del flash back

Candy se detuvo de entre sus recuerdos, caminó hasta donde se encontraba la leona ya sedada, John se había preparado para curarle la pata herida que Candy había divisado con los larga vistas; probablemente la leona herida haya tenido un enfrentamiento con otro animal, saliendo mal herida, haciéndola proclive a que la atacaran al verla alejada de su manada y por consiguiente podría morir de hambreen cualquier momento. Este acontecimiento, hizo que preocupara demasiado a los veterinarios del campamento, debido a que ahora sería presa fácil para cualquier animal.

Era imposible que la rubia en ese calor agobiante y que con las ropas que usualmente se usaban en ese tiempo, no se quedara dormida aún estando de pie. John había acabado de operar a la leona cuando se dio cuenta de que Candy se estaba quedando dormida ahí parada, detrás de él e intentaba por todos los medios tener los ojos completamente abiertos sin éxito. Era también bien sabido que Alfred siempre la mantenía despierta la mayor parte del día, por lo que, obedeciendo la orden, John la despertó y se la llevó hasta el pórtico donde aseguró que no le haría para nada caso y lo decía porque apenas la hubo colocado en los sillones del pórtico de las habitaciones de los médicos, se quedó profundamente dormida.

Albert, Alfred, Pierre y Puppet estaban llegando en un vehículo cuando vieron a Candy en el pórtico, durmiendo.

- ¿Cuántas veces le voy a decir a esa niña que no puede dormir en el día? Si me permiten iré a despertarla – Alfred se preparó para bajarse.

- Un momento, ¡sé de una forma en la que ella se despertará feliz! – exclamó Albert soltando a Puppet. Mira Puppet, ella es Candy, estoy seguro que le gustaría que la despertaras tú – aseguró Albert dejando libre a la mascota.

- Candy también llegó con una mascota, es fiero, casi no nos dejaba acercarnos a ella – comentó Pierre.

- ¡Clint!¡No lo he visto por aquí! – susurró Albert sorprendido por la noticia, buscándolo anticipándose.

- Desgraciadamente nosotros tampoco, pero visita a Candy por las noches, cuando todo está tranquilo – refirió Pierre.

- ¡Observen! – pidió Albert.

Candy se mostraba apaciblemente tranquila, Puppet se subió sobre su sillón y comenzó a lamerle la cara haciéndola reír. Minutos después un coatí bajaba del árbol que se encontraba cerca del campamento, era admirable, sin duda alguna, Clint cuidaba de Candy. Clint se subió al mismo sillón en el que se encontraba Puppet, ambos animalitos se observaron con detenimiento, pero Clint sonrió y brincó ya que era formidable para éste verlo ahí, ambos comenzaron a lamerle el rostro a Candy haciendo que la rubia se riera sin más.

- ¡Puppet! ¡Clint...! – lo observó y en el fondo de sus recuerdos veía a Annie.

Cosa contraria a lo que Albert esperaba, Candy se levantó y comenzó a correr, llorosa hacia el árbol del que Clint había bajado.

- ¡Espero que ese no sea el resultado que esperabas! –se sonrieron los demás.

- Por supuesto que no era ese, pero eso lo remedio en este mismo momento–informó Albert corriendo hacia la rubia, un poco desanimado.

Albert fue detrás de Candy, sin duda, ella tenía muy buena experiencia trepando y él había perdido la práctica. Alfred y Pierre entraron a la casa habitación de los médicos, buscando a John, querían saber qué había pasado con la leona.

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