Joaquín se volteó para ver quién era el que había hablado y vio más adelante un pequeño hombrecillo disfrazado aparentemente de bufón. Aquel sujeto se acercó a ellos saltando alegremente como si de un niño se tratara tarareando una melodía que parecía alegre pero que al muchacho le sonaba muy molesta.
El pequeño bufón iba disfrazado con una ropa de payaso rayada de color naranja y amarillo, llevaba unos zapatos que le quedaban grandes del mismo color que su atuendo y un gorro clásico de los bufones en la cabeza. Su cara era muy blanca tanto que parecía que se había maquillado, con una nariz y un mentón puntiagudos, dos pequeños bigotes, unos ojos negros que resaltaban mucho y una sonrisa alegre pero a la vez perturbadora.
Mientras Joaquín ayudaba a Mila a ponerse de pie, estando esta un poco mejor después de que las arañas desaparecieran, empezó a sentir un poco de intranquilidad con la presencia del payaso. Kaiser seguía ladrando muy alterado.
—No sé qué me paso—expresó la chica reponiéndose de su shock.
—Creo que eres aracnofóbica—le contestó Joaquín— ¿no lo sabías?
—No recuerdo nada, no recordaba serlo—dijo tomándose de la cabeza.
El hombrecillo volvió a interrumpirlos largándose una carcajada eufórica. El payaso reía con mucha intensidad y su risa resonaba por todo el lugar. Ambos lo miraron extrañados, pero Joaquín nuevamente sintió una sensación de inquietud dentro de él, era como si el pequeño bufón le causaba una inseguridad que no podía explicarla de manera racional.
— ¿Por qué te ríes? ¿Y quién eres?—preguntó Mila.
El payaso dejó de reír y miró fijamente a la muchacha. Sus ojos que parecían puntos como los de las caricaturas de antaño generaron cierta incomodidad en Mila. El hombrecito, ignorando al perro que todavía le ladraba sin parar, pegó un brinco y se sentó en lo más alto de la cerca para estar a la misma altura que ellos.
Kaiser se paró en dos patas apoyándose por la cerca y siguió ladrando al bufón, quien por primera vez desde que había aparecido borró su sonrisa de su rostro y miró con desagrado al perro. Luego observó a los muchachos expresando nuevamente su peculiar sonrisa.
Joaquín desconfiaba del payaso, no solo porque le daba un poco de miedo, sino porque a Kaiser no le caía bien. El hecho de encontrar a otra persona en ese lugar pensó que era bueno y que tal vez aquel loco personaje podría ayudarlos en saber un poco más sobre donde se encontraban y porqué estaban allí.
—Que perro tan molesto—expresó el payaso—bien, soy Arlequín y me río de ustedes, unos jóvenes que no saben quiénes son, ni dónde están, es muy divertido—contestó riéndose.
— ¿Eres como nosotros?—preguntó el muchacho algo molestó por la respuesta del sujeto— ¿sabes por qué estás aquí?.
—Sí te refieres a no saber quién soy y estar perdido en un bosque desconocido con personas desconocidas. No, no soy como ustedes—contestó el arlequín—digamos que soy como su guía—contestó riendo.
— ¿Dónde estamos? ¿Y por qué no recordamos nada de quiénes somos?—preguntó Mila.
El bufón se cruzó de piernas sobre la cerca y miró nuevamente fijamente a los ojos a la joven generándole escalofríos en su cuerpo.
—Bueno... no recuerdan quienes son, ni nada de su vida porque... están muertos—explicó el arlequín dejando boquiabiertos a los muchachos.
Ante esa respuestas, tanto Joaquín como Mila quedaron congelados sin saber que decir, al principio no querían aceptarlo, pero dado los extraños sucesos no parecía tan descabellado lo que decía aquel pintoresco personaje. El payaso se empezó a reír intensamente, de una manera más intensa que la última vez, esto molestó a los muchachos quienes estaban aún más nerviosos que nunca.
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El limbo
AdventureImagínate despertar en medio de la nada sin recordar quien eres, a tus familiares, a tus amigos, tus recuerdos de vida y tener que transitar un camino misterioso enfrentándote a lo peor de ti y a tus mayores temores, sin saber cuales son y con la ún...