Capítulo 9

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Al comienzo, Joaquín se asustó mucho cuando aquella extraña mujer se le presentó de la nada, saliendo de entre la oscuridad de su especie de celda. El muchacho la miró bien en silencio por un leve lapso de tiempo. Pudo notar que era algo morocha y su cabello era de color negro, estaba todo despeinado y sucio. Vestía un camisón de color verde claro con algunos diseños de flores como adornos.

La mujer al ver al chico pareció asustarse y se metió nuevamente en el tronco hueco, escondiéndose en la oscuridad. Esa reacción extrañó de sobremanera a Joaquín, quien ya no estaba asustado, más bien tenía curiosidad por saber quién era esa mujer.

Se acercó nuevamente al gran árbol, miró a Leti y a Kaiser y les hizo un gesto con la mano para que se quedaran en donde estaban sin hacer ruido, para no alterar más a aquella misteriosa mujer.

—Hola—expresó sin sonar muy seguro—mi nombre es Joaquín.

— ¡Vete!—exclamó la mujer sin dejarse ver—déjame sola.

Impresionado fue como quedó el joven al notar el miedo que esa mujer le tenía, no entendía mucho la situación de esta, ya que era la única aparentemente en esa situación, ya que los otros estaban siendo devorados por los árboles.

—No te haré daño—insistió Joaquín.

—Solo vete. No te preocupes por mí.

A pesar de no poder verla, por la intensa oscuridad, por el tono de su voz podía notar que esta tenía mucho miedo, eso le hacía sentir raro, porque en ningún momento tuvo la intención de asustarla y le sorprendía mucho que a pesar de encontrarse en un lugar bastante tétrico de por sí, esta parecía haberse alterado cuando él la había encontrado.

Pensó que era mejor no preocuparse por todas las personas del limbo. Reflexionó que si bien habían sido ayudados antes y además tenía un sentimiento de remordimiento al no hacerlo, si una persona no quería ser ayudada no debía perder tiempo en salvarla, ya que había muchos casos muy complicados en aquel tramo lleno de personas perdiéndose en sus peores mierdas personales. Decidió que lo mejor era seguir buscando a sus amigos para ayudarlos.

—Bueno...me iré y te dejaré en paz—dijo escuchando un sepulcral silencio dentro del tronco. Era como si le hubiese contestado a la nada. Sabía que ella estaba ahí, así que continuó—solo me gustaría pedirte tu ayuda. ¿Podrías decirme dónde puedo encontrar a mis amigos?

El silencio nuevamente se hizo presente y Joaquín solo esperaba una respuesta de la mujer, pero su voz no se hizo presente en la extraña sinfonía de aquel bosque. Dando un profundo suspiro decidió continuar y se dirigió junto a la niña y a su perro, pero en ese instante, haciendo que este detuviera su marcha, una voz se dirigió hacia su persona.

Volteó y vio a la mujer apoyada por las raíces, que hacían de sus barrotes, miró al muchacho sin mucha seguridad y con su temor ya conocido. Era como si a pesar de su extraño rechazo hacia el joven, sentía una culpabilidad si no lo ayudaba.

—Tus amigos deben estar siendo devorados por los arboles de este bosque—expresó la mujer—No por favor quédate ahí—pidió al ver que Joaquín se le iba a acercar.

El muchacho respeto el miedo que la mujer transmitía y se quedó en el lugar en el que se encontraba, pudo ver que aquella mujer era muy linda, pero lo que más llamó su atención era lo rojos e hinchados que tenía sus ojos, era como si esta hubiera estaba llorando y que ese tarareo tranquilo que cantaba, no expresaba su verdadero sentir.

— ¿Cómo que los devora? ¿Son carnívoras?

—No. Se alimentan de los deseos sexuales de las personas, es decir, de la lujuria de estos—explicó—déjame decirte que he visto muy pocas personas superar el efecto de la niebla del bosque.

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