Capítulo 22

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Joaquín miró a Leti sorprendido, no esperaba que la niña dijera que la casa le parecía familiar, rápidamente intuyó que podría tratarse de su casa cuando ella estaba con vida, no podía asegurarlo pero le causó mucha curiosidad la posibilidad de entrar y conocer un poco más de la vida de la pequeña.

Ambos se pusieron de pie, Joaquín se sacudió la ropa y Leti lo imitó, para luego centrar nuevamente su atención en la casa que aquella ciudad quería que visiten.

—Así que esta casa te es familiar Leti—expresó Joaquín mirando a la menor que se mostraba confundida.

La pequeña asintió con la cabeza, se mostraba muy seria cosa poco usual en ella, miró la casa y luego bajó la mirada, hasta en que un momento se tomó de la cabeza con las dos manos. Joaquín al ver esto puso su mano derecha en el hombro de la niña y con su mejor sonrisa le dijo que se tranquilizara y que no entrarían a la casa.

—Pasa que siento que ya he estado aquí tío, muchas veces y no me acuerdo—dijo la pequeña mirando la casa.

—Ya te dije que no tenemos que entrar si no quieres. Vamos a buscar a los demás—expresó Joaquín tomándola de la mano y estirándola.

Pero cuando estiró su mano sintió que la pequeña no se movió, lo miró y para sorpresa de este la niña le dijo que quería entrar.

—Lo siento tío, pero quiero entrar—dijo con una expresión con la cual Joaquín no podría negarse.

El muchacho parecía no tener otra opción, más allá de la curiosidad que tenía por saber que encontraría en la casa donde muy probablemente vivió Leti, sabía que allí adentro algo malo pasaría, pero entendía lo que sentía la pequeña; así que dando un profundo suspiro la tomo nuevamente de la mano y se dispusieron a entrar en la casa.

La casa tenía un pequeño jardín delantero, con una pequeña porción de pasto, algunas plantas y flores, también tenía un caminito que llevaba a la puerta y otro espacio que servía para guardar un auto.

Joaquín abrió lentamente la puerta de hierro, la cual hizo un agudo sonido muy molesto, de esta forma entraron y caminaron unos metros por el caminito hasta llegar a la puerta de entrada de la casa. Nuevamente Joaquín abrió la puerta, deseando muy dentro suyo que estuviera cerrada, pero para su desgracia esta se abrió y así ambos entraron en una pequeña sala con algunos muebles antiguos.

Una mesa larga de comedor con seis sillas de madera algo gastadas, un estante de madera maciza lleno de fotos y algunos libros viejos, algunos cuadros con pinturas normales que en cualquier casa antigua encontrarías y un juego de sofás que, al igual que todas las cosas de esa habitación, ya tenía sus años.

Joaquín se acercó al estante y se fijó que los libros eran algunos de autoayuda, la biblia y un diccionario. Luego se fijó en portarretrato que estaba en el estante del medio, al lado de un chiche de la última cena, el cual llevaba una foto de una familia aparentemente, aunque lo que más llamaba la atención era que Leti estaba en aquella foto.

La fotografía mostraba un hombre de unos aparentemente 30 años, pelado, alto y el cual estaba agarrado de la mano con Leti y con la otra abrazaba a una mujer, la cual en aquella foto parecía tener la misma edad que el hombre y además cargaba un gato de color negro con blanco.

—¿Esta es tu familia?—preguntó ante la cara de sorpresa de la niña, quien sentía una rabia tremenda al no poder recordar nada.

Leti apoyó su mano sobre la imagen del hombre, unas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos sin pedir permiso. Joaquín al ver esto dedujo que ese hombre era su padre y por consiguiente la otra debía ser su madre, pero por alguna razón Leti al ver a la mujer sintió miedo.

El limboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora