Capítulo 24

21 2 1
                                    

Mila miró el edificio de departamentos, era uno no muy grande, de esos de unos pocos pisos que se encontraban en el centro de cualquier ciudad. Se acercó a este y pudo ver que la puerta de la entrada era de blindex y al lado de esta, sobre una pared estaban todos los timbres y un comunicador. Se fijó que había siete pisos y que el timbre que correspondía al departamento 2F era el que le parecía familiar, así como todo lo que estaba viendo en ese momento, sentía como que muchas veces pasó por esa entrada.

Probó abrir la puerta y esta se abrió, no había nadie de guardia pudo ver, cosa que la alivió porque no quería encontrarse con nadie allí, pero inmediatamente pensó que si la habían llevado hasta ahí, era porque querían que entrara, lo cual le hacía suponer que no vería nada bueno en donde alguna vez fue su casa. Así que se planteó si era mejor no entrar al edificio e ir tras sus amigos. Al instante recordó el departamento que vio en su sueño en el bosque de la lujuria y se preguntó a sí misma si sería el mismo departamento. Tenía miedo de subir, pero también tenía ganas de hacerlo, era como si una fuerza interior la impulsara a entrar a su departamento, esa fuerza era la curiosidad, que por más que quería ignorarla, era muy fuerte.

—Espero no lamentar esto—dijo suspirando y acercándose a los dos ascensores que habían en el lugar.

Antes de apretar el botón se preguntó si no sería peligroso usar el ascensor, debido a que estaría a merced de cualquier cosa que anduviera por ahí queriendo lastimarla. Así decidió subir por las escaleras, cuya puerta de acceso a estas estaba junto a los ascensores.

Mila abrió la puerta y pudo ver que las escaleras estaban en un ambiente silencioso, oscuro y por lo tanto muy tenebroso, más aún porque tardaba mucho más en llegar a su destino, lo cual le hizo replantearse si la mejor decisión era ir por el ascensor ya que hubiese llegado más rápido al piso. Pero ya estaba en las escaleras y por suerte para esta, llegar hasta el segundo piso no le tomaría mucho tiempo.

Subió rápidamente las escaleras, todo era silencioso, y rogaba no escuchar ningún mínimo ruido, ya que ese siniestro silencio indicaba que estaba sola y en esos momentos era preferible eso para ella.

Así llegó hasta el segundo piso, abrió la puerta y se encontró en un enorme lugar fresco y con un molesto eco, que retumbaba sus pisadas al caminar por los blancos y brillosos azulejos del piso.

Vio las puertas de los departamentos por las paredes, la cuales eran de un color beige, no muy llamativo, pero estaban bien pintadas, separas una distancia considerable una de otras. También se fijó que los departamentos en ese piso iban de la A hasta la F, este último era donde ella quería llegar.

Suspiró profundamente y se dirigió hasta la puerta que tenía indicada el 2F en ella, era una puerta beige muy normal, pero bien cuidada. Mila observó el gran salón que tenía el piso como pasillo y no pudo evitar tener nuevamente ese sentimiento de pensar que ella había estado en ese lugar antes y muchas veces.

Abrió la puerta de su departamento y una gran sorpresa tuvo en ese momento, ya que el lugar era diferente al sueño que había tenido en el bosque de la lujuria. Por un instante pensó que tal vez ese sueño que había tenido no era verdad, que no representaba su vida, pero luego negó ese pensamiento, ya que en aquel momento sintió esa sensación de familiaridad que estaba sintiendo nuevamente en ese departamento, lo cual hacía que pensara que el departamento que vio en su sueño, no era el de ella.

Dejó de recordar el sueño y se fijó en la vivienda en la que se encontraba, se fijó que había entrado a una sala comedor bastante amplia y amoblada de manera muy elegante. En la primera parte, tenía un juego de sofás de color verde claro, una mesita con algunos adornos florales, y un mueble sobre el cual estaba una televisión plana bastante grande. Más atrás había una mesa grande de madera lustrada con seis sillas alrededor, también vio que habían cuadros bastantes viejos por la paredes y unas pocas ventanas pequeñas que iluminaban la sala.

El limboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora