Capítulo 26

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Las risas parecían hacerse cada vez más fuertes, lo que les hacía pensar que sean quienes sean los que se estaban riendo, ya estaban muy cerca. Los 4 rodearon a Leti, y Kaiser se había puesto delante de todos gruñendo. Fue entonces que de cuatros esquinas que venían de calles perpendiculares a la que se encontraban, salieron cuatro personajes, que lamentablemente ellos conocían.

El gato humanoide, el compañero de Mila, el amigo de Matías y el jefe de Margarita, caminaron hasta el medio de la calle, quedando unos metros delante del grupo. Kaiser les gruñía estando muy nervioso, mientras los demás estaban preocupados, ya que pensaron que ya se habían librado de esos fantasmas de su pasado.

—¿Qué carajos es eso?—dijo Matías al ver al gato Montes.

Los cuatro tenían expresiones diabólicas en sus rostros, sonreían y sus miradas transmitían odio. Se acercaron y se alinearon en un fila muy cerca uno del otro. Joaquín y los demás no entendían que pasaba, pero de pronto, los cuatro se estaban volviendo uno solo.

Era como si se estuviesen fusionando, para transformarse en algo mucho peor, ya que estaban aumentando de tamaño y de forma muy drásticamente.

—Es un...un...monstruo—dijo Mila asustada.

Se había formado delante de ellos una criatura enorme de unos 4 metros de alto, con un cuerpo musculoso y peludo, con cara de toro, ojos rojos, y un aro en la nariz dorado.

Una vez terminada la transformación el monstruo dejó escapar un ruidoso y escalofriante rugido, que sonaba como uno que solo las feroces bestias podían hacer, esto hizo que los cuatro temblaran del miedo, pero sin perder tiempo empezaron a correr, mientras Kaiser intentaba parar al monstruo.

Joaquín quedó preocupado por su peludo amigo, pero Matías le estiró del brazo y le dijo que debían seguir corriendo, ya que el perro les daría tiempo. Así avanzaron velozmente por las desérticas calles de la ciudad. Habían girado hacia la izquierda cuando la calle sobre la cual iban se cortaba con una cuadra, así volvieron a avanzar y a girar ahora hacia le derecha, pero la calle volvía a ser cortada. Se estaban poniendo cada vez más nerviosos ya que no encontraban el camino para llegar a la salida de la ciudad.

—Parece un laberinto—dijo Mila algo agitada cansada de caminar tan rápidamente como lo estaban haciendo.

Todos hicieron silencio como dándole la razón a la chica, ya que parecía que todos los caminos llevaban a un callejón sin salida. Por su parte Leti, no atendía mucho la conversación de los adultos, ya que le preocupaba mucho Kaiser, simplemente miraba la calle esperando que el perro regresara.

—No te preocupes Leti—dijo Margarita poniendo su mano en el hombro de la niña—Kaiser estará bien—aseguró intentando calmar a la niña, aunque ella también estaba preocupada por el perro, quien les había sido de ayuda muchas veces.

Joaquín observaba las distintas casa que tenían a su alrededor, buscaba una manera de encontrar el camino de salida, pero la verdad no había nada allí que sirviera como referencia. Luego observó a Matías, el pelirrojo también se encontraba pensando como podrían encontrar el camino hacia la salida de la ciudad.

—Tal vez si nos subimos a un piso bastante alto de un edificio como para ver los muros de la ciudad, podríamos saber más o menos el camino—expresó Matías mientras continuaba pensando.

—Sí, pero es muy probable que no solo nos sirva llegar al muro, ya que puede ser como en el bosque de la lujuria, donde el muro crecía si queríamos escalarlo, tendríamos que encontrar el camino hacia la salida—opinó Mila fijando su mirada en sus dos amigos.

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