Capítulo 11

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La búsqueda del pelirrojo se había vuelto un estrés muy grande para Mila, quien ya estaba harta de ese bosque de la lujuria, odiaba tener el mismo sentimiento que tuvo mientras se encontraban en aquella posada, el cual era de estar en el camino junto a ese payaso molesto. La castaña iba a un paso acelerado para no perder de vista a ninguno de sus amigos, observaba muchas veces de reojo a Margarita, le llamaba mucho la atención ya que la historia que le había contado Joaquín era bastante peculiar.

También seguía algo consternada al recordar a la chica de la foto, por más que intentaba sacársela de la cabeza, no lo podía hacer, no podía dejar de pensar que esa situación era una escena sacada de su vida y que aquella mujer era su hermana, el hecho de pensar que en su vida había lastimado así a su hermana le causaba mucha tristeza, sentía un asco tremendo hacia su persona, pero fue entonces que tropezó y cayó de rodillas sobre la tierra. Al reponerse, pudo ver que había tropezado con una raíz de un árbol, se fijó bien y vio a un joven de nomas de 16 años por aquellos árboles, esto alteró mucho a la chica, quien debido al presentimiento que tenía de haber sido una mala persona, no pudo evitar tener que ayudar al chico.

Fue en ese instante que Joaquín la tomó del hombro y la ayudó a ponerse de pie, la castaña le dijo que debían ayudar al chico. Joaquín vio al menor con su cuerpo enterrado hasta la mitad y sintió mucha pena por él, dio un profundo suspiro y se dirigió a su amiga.

—No podemos ayudarlo Mila. Mira a tu alrededor—señaló el muchacho.

La chica se fijó en todo el lugar, incluso con lo poco que se podía ver en el bosque, ella logró ver cinco personas en situaciones similares al chico. Sintió como si estuviera recibiendo mucha presión en el pecho, la imagen era desgarradora y lo peor era saber que el destino de esas almas iba a ser la de ser abono para esos malditos árboles; pensó que era una suertuda por haber encontrado a Joaquín, porque sabía que el muchacho no la dejaría morir fácilmente, se sentía segura junto a él, aunque esto hizo que se preguntara así misma si ella estaría dispuesta a hacer eso por el muchacho o por alguien más. Así, con la necesidad de demostrarse a ella misma que no era una mala persona, insistió con rescatar al chico.

—Mila. Es una locura—expresó Joaquín sorprendido por la actitud de su amiga.

— ¿Por qué es una locura? Tú ayudas a quien te cante y yo no lo puedo hacer—dijo la castaña nerviosa.

—Mila...--dijo Joaquín siendo ignorado.

Leti y Margarita miraban sorprendidas como Mila trataba de arrancar las raíces que envolvían al chico, la cara de desesperación que esta tenía les asustaba, más aun cuando se dio cuenta que cada vez que sacaba una raíz, esta crecía inmediatamente.

—Mila—dijo el azabache con un tono leve conmovido con el actuar de su amiga—Matías es nuestro amigo, no sabemos cuánto tiempo tenemos para salvarlo, si se nos aparece aquella diosa tal vez no podamos hacerlo—dijo tratando de hacerla entrar en razón—entiendo lo que sientes, yo también me sentí así, pero no podemos salvar a todas las personas de este lugar, yo salve a Margarita porque no estaba en estas condiciones, porque o sino talvez la ignoraba. Ven, debemos buscar a Matías.

Joaquín la ayudó a ponerse de pie y le dio un fuerte abrazó al ver que a Mila le caían pequeñas lágrimas en los ojos. Le dijo en voz baja que estaba bien, que se tranquilizara, pero Mila realmente no estaba triste por el chico, sino porque ella no había podido hacer su obra de bien y se sintió peor al darse cuenta que era una egoísta, apretó más fuerte sus brazos contra su amigo, tenía miedo de lo que le pudiera pasar por haberle hecho daño a muchas personas en su vida.

El limboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora