Capítulo 29

14 0 0
                                    

Las palabras de Envidia pusieron en alerta a todos los sentidos de los chicos, sabían que el show empezara no significaba cosas buenas para ellos. Estaban seguros que aquel enmascarado y aterrador maestro de ceremonia, tenía preparado cosas terribles para ellos, aunque no tuvieron mucho tiempo para pensar, ya que Envidia siguió hablando. Hablaba fuerte y con mucha energía, como tratando de llegar a los millones de espectadores que tenía en la grada, por más de que aquellas pobres almas, muy probablemente ni sabían en donde estaban, ni que estaba pasando.

—Esta vez tenemos un show que promete ser muy divertido—expresaba cambiando constantemente las expresiones de su máscara, como si de su rostro real se tratara—ya que tenemos nuevos participantes. Veremos hasta donde están dispuestos a llegar para continuar su camino—dijo esto último con mucha euforia levantando sus brazos, ante el lamento ensordecedor de sus espectadores, el cual parecía disfrutar.

El comentario de Envidia alteró a Joaquín y a su grupo, ya que fácilmente pudieron entender que iban a tener que participar en una especie de competencia con aquel grupo de personas que habían aparecido del otro lado del escenario. Esto no les era algo bueno, sabían que las personas harían cualquier cosa por salir de esa situación y hasta ese momento ellos no habían tenido que competir por su salvación, así que la cosa cambiaba un poco con relación a los otros monstruos que se habían enfrentado, donde incluso habían recibido ayuda de otras personas que se encontraron en el camino, pero al ver los rostros de las personas que tenía del otro lado, sabían que lo más probable era que ellos no dudarían en sacarlos fuera del camino si fuera necesario para continuar.

Joaquín respiró profundo, ya que la situación lo había alterado y Matías por su parte, se puso a analizar a las personas que tenían delante, para tener una idea de a qué grupo de personas se enfrentarían.

—Primero presentaremos a nuestros protagonistas—dijo Envidia regresando la atención de los chicos hacia él—de este lado tenemos a la atlética Patricia, al gordo y terriblemente agresivo Ramón, al vengativo y manipulador Jaime, y a la diabólicamente hermosa Alicia—expresó presentando eufóricamente al otro grupo de personas que estaban para competir en el show. Las luces de los reflectores se dirigieron hacia aquel grupo, mientras Envidia los presentaba.

A ninguno le gustó el perfil de aquellas personas dicho por el enmascarado presentador, pero sin poder analizar más a sus oponentes, Envidia prosiguió en presentarlos.

—Y de este otro lado tenemos a los que acaban de llegar, que están con mucho ritmo sorteándose los peligros del limbo, aunque con mucha suerte porque sus vidas fueron cuestionables—dijo esto último tipo susurro generando molestia en el grupo de Joaquín—con ustedes el listo, desconfiado y mal amigo, el rojo ¡Matías!— exclamó Envidia haciendo que Matías se molestara—la mayor del grupo, con miedo a los hombres y muy inútil ¡Margarita!—presentó generando un sentimiento de rabia y enojo en Margarita—la envidiosa, como me gusta—añadió Envidia—mentirosa y mal intencionada ¡Mila!—dijo haciendo que la castaña respirara profundo, ya que a ella le afectaba mucho lo que fue en su vida, y esas palabras la hirieron más de lo que le hubiese pensado—luego tenemos a la inocente, a la pequeña ¡Leti!—dijo haciendo que todos se preocuparan ya que tenía la intención de poner a prueba a la niña también—y por último tenemos al especial, al que el limbo no le afecta, denle un fuerte recibimiento a... ¡Joaquín!—expresó generando confusión en el chico, ya que debía admitir que no fue tan agresivo con sus palabras, pero que de igual manera lo inquietaron, porque él quería saber porque era especial en aquel limbo y parecía que aquel demonio enmascarado quería jugarle por ese lado.

Tras decir eso se escuchó otra vez el lamento de las millones de almas, que inundaba el lugar de un sonido horrible, era como si cada vez que Envidia terminaba sus presentaciones algo hacía que aquellas pobres almas sufrieran más y por eso siempre el sonido de los lamentos era muy fuerte en esa situación.

El limboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora