POV Lucy
- Eh, ¿Buscas algo de diversión? - Ignoré al tonto chico, pero él tomó mi brazo fuertemente.
- No me toques. - Murmuré tratando de regular mi respiración.
- Vamos, te ves algo mal, ¿Por qué no nos divertimos?
- Te he dicho que me sueltes. - Gruñi sintiendo como mi sangre empezaba a arder por la ira.
- Sólo...
- ¡Que me sueltes, imbécil! - Grité y él me miró asustado, mi vista se había nublado por un momento. Llevé mis manos a mi frente sintiendo los pequeños cuernos. - Deberías dejar las drogas. - Lo miré fijamente y él asintió atemorizado.
- Linda, relájate. - Sentí un aroma conocido y sus delicados brazos me cubrieron. - ¿Qué haces en un lugar como este?
- No me toques. - La alejé. - No quiero dañarte.
- Hey, eres más fuerte que esto. Sólo respira. - Ella tomó mis manos y yo asentí volviendo a regular mi respiración. - Respondeme.
- Sólo necesitaba estar lejos de casa, ¿Qué haces tú aquí?
- Buscaba un poco de energía. Ahora, iremos a mi departamento y me dirás la verdad. - Emily me miró seriamente.
Miré a Mackenzie quien aunque sólo caminaba junto a su amiga podía ver el brillo que le rodeaba. Miré mi libro de mecánica suspirando, esto no era lo mío, pero debía enfocarme para arreglar el estúpido auto, al menos después de arreglarle podría llevar a Mack a donde quiera.
- Hola, Lucy. - Sam me saludó con una de sus grandes sonrisas, no entendía como podía mantener un perfil tan bajo siendo una chica linda y agradable.
- Hola, Sam.
- Bueno, les dejo. - Noté como le dio un leve codazo a Mackenzie a quien se le tiñeron sus mejillas de rosado.
- ¿Acaso ella lo sabe? - Pregunté apoyandome en los casillero a su lado.
- Puede ser que se me haya salido esta mañana que tú me gustas. - Sonreí levemente. - ¿Eso está mal?
- ¿Lo está?
- ¿Sabes qué es de mala educación responder a una pregunta con otra?
- ¿En serio? - Ella rió levemente. - Por cierto. Buenos días, Mack.
- Buenos días, Lu. - Tomé su mentón con suavidad y besé su mejilla. - ¿Qué hacías antes de que llegara?
- Leía un manual de cómo arreglar un deportivo para tontos.
- ¿Un deportivo?
- Si, arruiné tan sólo un poco uno de los autos de mi padre.
- Cierto, que eres un niña rica. - Ella me molestó.
- Hey, soy más que eso. - Fruncí el ceño algo divertida.
- Sí, lo eres. Eres dulce, valiente, hermosa, y entre muchas cosas más eres un ángel. - Me sentí algo incómoda por lo último del comentario.
- No lo soy. - Murmuré.
- Para mí lo eres.
- ¿Quieres un té? - Asentí antes de ir a la habitación de Emily, busqué un cambio de ropa teniendo en claro que aquella noche la pasaría ahí. - Entonces, ¿Me dirás que te ha pasado?
- No creo que sea buena idea, Em.
- Hey, linda. Sabes que puedes confiar en mi para lo que sea.- Lo sé, no puedo creer que eres parte del bando de mi padre. - Ella sonrió levemente.
- Dentro de toda la oscuridad hay un poco de luz, y ahí estamos las dos. - Murmuró.
La tomé entre mis brazos alzandola un poco mientras ella reía, cuando hice que sus pies volvieran a tocar su alfombra, nuestros cuerpos estaban muy cerca y ella apoyó sus manos en mis hombros.
- Desearía verte. - Murmuró. - No para saber si eres linda o no, sino para poder apreciar cada detalle de ti. - Mi corazón se contrajo un poco.
- Nuestro exterior es sólo una portada, cariño. Lo que en serio importa es lo de adentro, por eso cada día me sorprende que te guste, y me recuerdo que no me conoces del todo.
- Eres todo un misterio, Lucy Ferrer. Aún así, no necesito conocerte tanto para saber que no eres una mala persona.
- ¿Y qué es una mala persona? - Murmuré. - Es algo tan subjetivo, estoy segura que ambas tenemos diferentes conceptos de una mala persona y es porque crecimos en ambientes totalmente distintos. Tu hogar es dulce y esta llena de fotografías de tu familia, se nota que tus padres se esfuerzan por estar ahí apoyándose. Mi casa es un infierno, pero no del malo, no tenemos muchas fotos, - Porque siempre se podía ver el aura malvada de mi padre en ella. - y hay muchas cosas más que no puedo contarte.
- Sabes que si tu padre es el padrino no me importaría, ¿No? - Yo le miré detalladamente. - ¿Lucy?
- ¿Y si mi padre fuera el mismísimo Diablo? - Pregunté mirando su respuesta, ella sólo sonrió.
- Si fuera así todo seguiría igual, aunque dudo que puedas ser su hija, tendría cuernos, cola y esas clases de cosas, serías como Hellboy. - Yo suspiré.
- En realidad, soy mucho más linda que Hellboy, y mis cuernos no son tan grandes. - Ella sólo rió, claro ella no me creía nada. - Mack, te estoy hablando en serio. - Ella dejó de reír.
- ¿Cómo? - Ella se separó de mí levemente. - No te estoy entendiendo.
- Mackenzie, yo soy la hija del Diablo, Loki, Lucifer, como quieras decirle.
- Lucy, eres muy graciosa. - Dijo algo nerviosa.
- Mackenzie, no es una puta broma. - Ella retrocedió lentamente.
- Creo que... deberías volver a casa, es tarde.
- Mack...
- Vete. - Mis ojos se cristalizaron antes de tomar mis cosas y salir rápidamente de esa casa.
Dejé la delicada taza sobre la mesa de noche, Emily se sentó a mi lado antes de tomar mis manos entre las suyas. No iba a contarle nada de lo que había pasado, no porque no confiara en ella, era porque si ella lo sabía estaría involucrada en todo esto y prefería dejarla fuera de esta situación. Preferí decirle que había discutido con mi madre, era algo más simple y creíble.
- Lucy, me gustas mucho. - Me paralicé al sentir sus besos en mi cuello. - Normalmente no me pasan este tipo de cosas. - Murmuró. - Pero en serio me gustas.
- Em...
- Shh, sólo déjate llevar. - Cerré mis ojos con fuerza.
- No esta noche.
- Tranquila, sólo quiero dormir contigo de la forma más pura que haya. - Miré sus ojos y estos no estaban negros como solían estarlo cuando ella quería tener sexo, sus ojos me miraban con ternura.
Quizás lo mejor era estar con Emily, ella era de mi mundo y entendía todo, ella me protegía y era capaz de mentirle a su rey por mí. El único problema que tenía era que yo no le quería.
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Afire Love
Fantasy"Las cosas, eran todas buenas ayer, y entonces el diablo se llevó tus recuerdos, y si hoy caes muerto, espero que el cielo sea tu lugar de descanso."