Promesas rotas.

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POV Mackenzie

Mis dedos apretaban las sábanas de la camilla del hospital, estaba nerviosa, demasiado. La idea de la operación me ponía nerviosa. En serio tenía esperanzas de que esta vez funcionaría, algo me decía eso.

Sentí como tomaban mi mano con suavidad y yo solté un suspiro.

- Cariño, relajate. Todo saldrá bien.

- De verdad eso espero, estoy nerviosa Lu. - Sus labios besaron mi frente relajandome tan solo un poco. - Gracias por estar aquí.

- Tranquila, esto es tan importante para mi como lo es para ti.

- ¿Por qué tendremos sexo? - Ella rio levemente por mi broma.

- Si, Mack. - Ella acarició mi mano con su pulgar.

- A menos que cuando mi vista vuelva seas un monstruo.

- Oye, eso es cruel y superficial. - Yo sólo reí. - No es gracioso, mi amor.

- Lo es, claro que eso no pasará, cariño. - Llevé su mano a mis labios y dejé un corto beso en esta. - Te amo.

- ¿Pasa algo? - La sentía algo extraña.

- No es nada, tranquila. - Yo asentí.

- Y yo a ti también te amo por cierto. - Ella unió nuestros labios en un beso, pero por primera vez ese beso se sintió algo amargo.

- Ya es hora. - La puerta se abrió, era la voz de mi médico.

- Todo saldrá bien, te lo prometo.
- Mejor prometeme que estarás conmigo cuando despierte. - Ella soltó mi mano mientras la cama se movía. - ¿Lucy?

- Estaré ahí. - Su tono fue algo raro, pero lo dejé pasar.

Llegó la hora.

POV Lucy

Mi pierna no dejaba de dar pequeños saltos, esto no podía ser posible. La única solución que había para esto era la peor forma de arreglar las cosas en el mundo, un trato con el diablo.

- Hacer esto es muy costoso, y no hablo del dinero.

- Puedo imaginarmelo. - Desvíe mi vista hacia la ventana. - Sé que tan costoso será esto.

- ¿Quieres un trato con el diablo?

- Papá, no estoy para tus tonterías, vamos al grano.

- ¿Estás dispuesta a darme lo que quiero por ella? - Lo miré y noté como su gran cola estaba levantada.

- Si. - Tragué fuertemente.

- Desearía no ser tu padre en este momento, tenemos un trato. - Juntamos nuestras manos sellando el pacto. Estaba perdida. Totalmente perdida.

- ¡Larga vida a la reina Lucy! - Gritaron todos alzando su copa, yo me levanté sobre el trono que había comprado mi padre para la ceremonia. Con la mirada busqué rápidamente a mi madre y hermana, ellas estaban alejadas con la vista en otra parte.

- ¡Hoy empieza el nuevo reinato! - Alcé la voz mirando a todos los demonios que estaban invitados a la ceremonia. - Y no, no estoy comprometida con nadie. Ni tampoco lo estaré nunca. Espero que no me molesten o si no serán castigados por eso. - Yo lo decía en serio y ellos se quedaron en silencio hasta que algunos aplaudieron casi emocionados, malditos demonios.

Bajé de ese lugar evitando a todo ser que trataba de acercarse a mi y apenas entré a la casa tiré la tonta corona al sofá, cuando buscaba mi chaqueta papá me detuvo.

- ¿A dónde crees que vas?

- Tengo que ir a ver a Mackenzie, ella esta por salir de su operación. Tengo que estar para ella. - Su mirada no me gustó para nada, era una mirada de compasión.

- Lucy, te he dicho que lo mejor es evitarle. Además ahora debes cumplir con responsabilidades, no quiero que rompas el contrato. - Apreté fuertemente la chaqueta. - Sabes que si no cumples correctamente con todo el contrato se romperá y ella no volverá a ver.

- Demonios. - Tiré la chaqueta enojada y él me abrazó sorprendiendome.

- Yo nunca quise esto para ti, o para tu hermana. - Murmuró. - Lamento que tengas que pasar por todo esto.

- Lo sé. - Cerré mis ojos apreciando el calor que emanaba mi papá, me gustaban sus abrazos.

- Si la ves es muy probable que quieras tirar todo a la mierda, y hasta que ella esté dispuesta a ser la... otra reina del inframundo será mejor que tomen distancia.

- ¿Cómo aceptó mamá?

- Ni yo lo sé, cariño.

POV Mackenzie

- Hey, te estas comunicando con Lucy Ferrer, si no he contestado es porque no me interesas o estaba ocupada, aunque es muy probable la primera opción. Bueno, deja tu mensaje después del maldito sonido. Bye. - Suspiré escuchando una vez más su contestadora, ha sido la única forma de escuchar su voz desde que salí del hospital.

Fue como si se la hubiese tragado la tierra, ni mis padres recuerdan haberle visto salir del hospital. Temía que le hubiera pasado algo, pero tampoco sabía nada de Brooke, ambas habían desaparecido totalmente. En serio esperaba que nada les hubiera pasado.

Llamé a su contacto una vez más y esperé a que el buzón apareciera.

- Hija. - La voz de papá se hizo presente y yo rápidamente dejé el teléfono.

- ¿Qué sucede papá?

- Pues, quería hablar contigo acerca de algo.

- Está bien.

- He estado pensando, y sé que esto es difícil para ti. Pero quería hacerte saber que el día en que te quiten esas vendas, sea cual sea el resultado de la operación, nosotros estaremos apoyandote. Siempre. - Él acarició mi pelo con suavidad.

- Muchas gracias, papá. - Sonreí levemente.

- Y sobre Lucy...

- ¿Sabes algo de ella? -Pregunté rápidamente.

- Nada, pero quería preguntarte si ha pasado algo entre ustedes.

- No lo sé. - Apreté mis manos. - Ella sólo desapareció.

- Quizás ella ha tenido algo importante, ya aparecerá. - Él dio una leve palmada en mi pierna. - Debo volver al trabajo, nos vemoz cariño.

Suspiré apenas la puerta se cerró indicandome que papá me había dejado sola, busqué mi teléfono en mi cama y cuando lo tomé llamé una vez más, y esta vez ella contestó.

- ¿Lucy? - Pregunté esperanzada.

- Mhh... ella está ocupada en este momento.

- ¿Con quién hablo?

- Con Ginger, su madre.

- Oh, señora Ferrer. ¿Puede decirle que llamé?

- Claro, cariño.

- ¿Ella está bien?

- Si, no te preocupes. Sólo necesita un tiempo, tranquila.

- ¿Puedo preguntar que ha pasado? - Escuché un suspiro al otro lado de la línea.

- Lo siento, no puedo decirte nada. Al menos no así, ella llegará en cualquier momento...

- Señora Ferrer...

- Nos vemos luego. - La llamada se cortó dejándome confundida, demonios.

Afire LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora