Conversaciones

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POV Mackenzie

Me senté en el pórtico de mi casa con mis auriculares puestos, necesitaba tomar aire pues de alguna forma me estaba asfixiando seguir ahí adentro. Mi animo estaba por el suelo luego de la visita de Brooke.

- Mack, una amiga ha venido a verte. - Yo asentí levemente.

- Soy Brooke.

- Siéntate, por favor. - Escuché como la silla de mi escritorio se movió. - ¿Necesitas algo, Brooke?

- Necesito decirte algo, es importante... - Murmuró.

- Te escucho.

- Hace unos días hubo una cena en casa, se me hizo extraño, pero supongo que era para que mi padre expusiera a mi hermana como la princesa oficial del inframundo. Y no me equivoqué...

- ¿Ella está bien? - Le interrumpí.

- Si, tranquila. - Suspiré aliviada. - La cosa es que, hay algo más.

- ¿Puedes dejar el drama y decirlo?

- Ella está oficialmente comprometida con Emily.

- ¿Disculpa qué?

- Yo tampoco lo entiendo, pensé que tú y ella...

- Tuve que romper su corazón para que ella pudiera controlarse.
- ¿Qué hiciste qué?

- Emily dijo que... - Me quedé callada. - ¿Ella me engañó?

- No, no. Eso si sirvió, ahora entiendo por qué siempre tiene frío ahora, pero Emily definitivamente se aprovechó de la situación.

- Debo hablar con ella.

- No, yo me haré cargo.

- No puedo pedirte eso.

- No es necesario que me lo pidas, quiero hacerlo. Además, no quiero que ella te queme por accidente, si bien no tengo sus habilidades soy resistente al fuego.

- Dile que yo no quería...

- Ya, tranquila.

La canción Wonderwall de Oasis empezó a sonar y antes de siquiera llegar al coro mis lágrimas caían sin parar, la necesitaba. Necesitaba a Lucy.

Lucy no me gustaba, yo... yo le amo.

Un fuerte sonido me hizo salir de mi mundo, era un auto frenando fuertemente. Cuando me quité los audífonos un fuerte portazo me hizo sobresaltar.

POV Lucy

Entré al departamento de Emily encontrandome a su vecino sobre ella, lo tomé de su camisa y lo alejé de ella. Él me miró algo aterrado y sin que tuviera que decir una palabra de marcho, supongo que mi mirada lo había aterrorizado. Emily me miró confundida.

- Hey, pensé que estabas ocupada. No pensé que te molestaría... - La miré con ira y ella se quedó en silencio. - ¿Qué te pasa, cariño?

- No me digas así. - Gruñi. - ¡¿Por qué demonios me hiciste esto?!

- ¿De qué hablas?

- ¡Maldita hipócrita! - Patee su mesa de noche con la suficiente fuerza como para romperla. - ¡Al menos asumelo!

- Demonios, le dije que no te dijera nada. - Gruñó. Mi ira creció aún más.

- ¡¿Qué?!

- Lucy, calmate. No puedes perder el control.

- ¡No te atrevas a decirme que hacer! - Gruñí. - ¿Por qué diablos hiciste esto?

- Lo hicimos por ti, ella también quería ayudar y era la única forma de sacarte de ahí.

- Iba a salir de todos modos, me equivoqué contigo Emily, pensé que eras diferente. Pero resultaste ser igual que todos los demás demonios.

- Lamento no ser un ángel como tu amada y ciega Mackenzie. - Tomé su cuello con fuerza.

- Como vuelvas a despreciarle te irá muy bien. - La solté rápidamente al notar lo que estaba haciendo. - Espero que tengas claro que tu maldito compromiso se ha terminado. - Saqué la argolla de mi anillo y lo tiré a la alfombra.

Saqué algunos dolares y los tiré en el sofá, al menos para que comprara una mesa de noche. Salí de aquel departamento sin importarme los insistentes gritos de Emily. Volví a mi deportivo y conduje hacía mi nuevo objetivo, la casa de Mackenzie.

Una camino de 20 minutos lo hice en 10, de seguro más de una multa llegaría a mi casa, pero eso no me importaba. Bajé rápidamente del auto cuando la vi sentada en su pórtico limpiando sus lágrimas.

- ¿Por qué lloras? - Al verla mis latidos se tranquilizaron.

- Porque te extraño... - Ella iba a ponerse sus anteojos, pero tomé su mano evitandolo.

- ¿Por qué hiciste eso, Mackenzie?

- Porque te amo, Lucy. Pensé que sería lo mejor, tú tendrías tu libertad y podrías llevar la vida normal que siempre quisiste.

- La vida que he querido desde que te conocí es una vida contigo a mi lado. - Sus manos temblaban levemente y yo las tomé entre las mías. - No vuelvas a cometer una estupidez como esa. - Murmuré.

- Estás comprometida. - Ella quitó sus manos, pero rápidamente las volví a tomar entrelazandolas.

- ¿Sientes algún anillo entre mis dedos?

- Pero si Brooke se ha ido hace como dos horas. - Sonreí levemente.

- ¿Qué puedo decirte?, soy muy impulsiva. - Me encogí de hombros, ella volvió a quitar sus manos.

- ¿Tú la besaste?

- Mack...

- Creo que necesito un tiempo... - La miré confundida. - Te la creiste.

- Por mil demonios, Mackenzie. - Ella rió.

- Era una broma, pero en realidad creo que deberíamos ir algo más lento. Todo ha sido muy loco.

- Supongo que es una de las consecuencias de ser la princesa de los demonios.

- Hey, salgo con una princesa. Eso se escucha cool. - Me senté a su lado y ella apoyó su cabeza en mi hombro.

- Me dijiste que me amabas. - La miré de reojo notando como sus mejillas se ponían rojas.

- Supongo que lo dije.

- Yo también estoy enamorada de ti, Mackenzie. - Murmuré. - Y me gusta estarlo.

- Y a mi. - Ella tomó mis mejillas con cuidado y me besó haciéndome sentir un pequeño calor recorrer mi cuerpo, por fin me volvía a sentir normal.

Cuando volví a casa todo estaba muy silencioso, que extraño. No escuchaba ningún ruido y no veía nada alrededor, un aroma a azufre invadió mi nariz, cuando me giré ahí se encontraba mi padre mirándome seriamente.

- ¿Qué pasó con Emily?

- Me arrepentí. - Intenté ir a mi habitación, pero él me detuvo en mi segundo paso. - No le quiero como para pasar casi toda una eternidad con ella.

- Parecías muy segura cuando me diste tu decisión.

- Las cosas cambian de un día para otro. - Me encogí de hombros, y sólo escuché un gruñido de su parte. - Papá...

- Dime qué está pasando.

- Estoy saliendo con alguien. Una humana. - Él me miró sorprendido.

- ¿Una humana? - Asentí. - Tú no puedes...

- Tú estas casado con una.

- Es diferente, yo ya era el rey cuando conocí a tu madre. - Él suspiró. - Supongo que tendré que esperar algunos siglos más antes de retirarme.

Afire LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora