Epílogo.

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Lucy miraba atentamente al moreno que corría en el patio de la casa, el pequeño niño corría jugando con el balón que le había dado su tía Brooke, quien ahora se veía mayor que ella. Danel le recordaba mucho a ella, y no sólo hablaba de su parentesco físico, sino más bien de sus actitudes tan similares. Lucy sólo contó hasta 10 cuando el vidrio de la cocina fue roto por el niño de 7 años.

- ¡Danel! - Grito con ira asustando al chico que sabía que de nuevo estaría castigado.

- Cariño, - Habían tomado su brazo y tan sólo ese contacto tan cálido y conocido logró relajarle al instante evitando sacar toda su ira contra el pequeño. - ha sido un accidente. ¿No es así?

- Si, Mami. Lo siento. - Él corrió hacía ellas y saltó sobre Lucy, esta rápidamente lo atrapó y soltó un suspiro. - Perdón.

- Esta bien, procura tener más cuidado la próxima vez. - Lucy acarició el cabello oscuro del chico. Cuando ella miró sus ojos tan oscuros confirmó sus sospechas del heredero de su poder. - Ve a bañarte, estas todo sucio.

- Okay. - Él bajó de los brazos de su madre con una sonrisa.

- Danel, evita el exceso de espuma. - Él asintió subiendo a la segunda planta. - No te había escuchado llegar. - Dejó un casto beso sobre los labios de su esposa.

- Soy como un ninja. - Su esposa hizo extraños movimientos haciéndole reír.

- Serás tonta, Mack.

- Me amas así.

- Lamentablemente. - Lucy le dio una sonrisa juguetona antes de irse a la sala acompañada de Mackenzie.

Ninguna de las dos mujeres habían envejecido luego de los 21 años, y eso había pasado hace casi 30 años. Ambas mujeres habían formado una vida juntas, y también una familia. Lucy había consentido en todo a su esposa, incluso en su deseo de tener un hijo biológico y con ayuda de uno de sus contratos lograron agrandar su familia con la llegada de Danel, el primer hijo del matrimonio.

Danel, era un chico impulsivo como lo fue su madre, pero había una diferencia. Danel, a su corta edad sabía diferenciar lo bueno de lo malo, y también sabía lo que era sentir culpa por algo que él había hecho. El pequeño niño parecía cualquier otro niño humano con problemas de hiperactividad y quizás sólo un poco de violencia, pero nadie sospecharía que él era el próximo heredero del infierno, a menos que muriese antes de poder serlo.

- ¿Cómo ha ido el juicio?

- He ganado como siempre. - Mack sonrió orgullosa.

- Eres la mejor fiscal de la ciudad. - Besó sus labios una vez más. - Que irónico que tu trabajes para la justicia siendo mi esposa.

- ¿Eso crees? - Ella tocó la punta de su nariz con su dedo índice. - Tu no haces cosas ilegales.

- Bueno, yo no. - Lucy hizo un pequeña mueca.

- Uhm, puede ser. - Ella se encogió de hombros. Lucy dejó un beso en cada uno de sus ojos. - Pero tienes un excelente corazón.

- Tu has hecho que lo tenga.

- En realidad pienso que ya lo tenías sólo hice que no te diera vergüenza mostrarlo, amor.

- No se puede discutir contigo.

- No, no se puede. - Ella río.

- Iré a ver si Danel no se ha excedido con la espuma. - Lucy suspiró.

- Quien diría que Lucy, la reina del infierno es la mejor madre del mundo. - Mackenzie le molestó.

- Basta de molestarme. - Le señaló con el dedo. - No te conviene, Mackenzie.

- Mira como tiemblo.

- ¡Plañiras este día!

- ¡No te creo nada! - Lucy le miró enojada antes de chasquear sus dedos teletransportando el cuerpo de su esposa encima de la piscina haciéndole caer directo al agua. - ¡Lucy Ferrer! - Gritó saliendo a la superficie y Lucy subió las escaleras riendo.

Al abrir la puerta del baño suspiró al encontrarse con una barrera de espuma, se quitó su chaqueta antes de meterse al cuarto en busca de su hijo. El pequeño reía mientras jugaba con la espuma, Lucy sonrió antes de tomar al chico y jugar junto a él.

- ¡Mamá! - Él reía felizmente.

- ¡No te soltaré! - Ella caminó hasta la gran bañera que tenían.

- ¡Mamá sigo con mi ropa!

- Y yo también. - Ella besó su mejilla antes de abrir la ventana del baño subiendo al tejado.

- ¡Lucy baja de ahí! - Mackenzie le miró desde el patio.

- ¡En un momento! - Gritó. - ¿Listo?

- ¿Qué haremos?

- Saltar. - Ambos sonrieron con aquella sonrisa de diablillos que ambos tenían.

Tomaron impulso antes de saltar hacia la piscina, Mackenzie gritó asustada por la locura que había hecho su esposa, cuando ambos cayeron a la piscina y subieron a flote salieron riendo.

- ¡Estas loca! - Mackenzie se acercó a su esposa. - Si servicios sociales tan solo se enterara de las cosas que haces con Danel...

- Pero yo me divierto con mamá. - El niño nadó hacia Lucy y se abrazó a ella para mantenerse a flote con mayor facilidad. - Ella esta loca, pero yo también.

- Jesucristo ilumina a estos dos. - Todos rieron ante la pequeña broma de Mackenzie. - Arruinaste mi traje.

- Ya te comprare otro. - Lucy tapó los ojos de su hijo antes de besar a su esposa. - Te amo.

- ¡Mamá! - Danel se quejó.

- Y a ti también, pequeño diablo.

Danel dormía mientras sus madres por fin podían volver a la cama a descansar un poco, el trabajo y estar en casa les agotaba. Lucy nunca quiso limitar de ninguna manera a Mackenzie, pero cuando decidieron tener al pequeño supieron que debían encontrar la forma de pasar mas tiempo en casa. A quien más le complicaba era a Lucy, pero tuvo la fortuna de tener a una hermana que era excelente con los niños, incluso Danel.

- Tus padres vendrán el fin de semana. - Lucy miró a su esposa.

- Te he dicho que este fin de semana debía organizar los contratos.

- Ellos insistieron. - Mack se encogió de hombros sin despegar la mirada de su libro. - Además, me gusta tenerles aquí y a Danel también le gusta. - Lucy suspiró. - No entiendo por qué eres así.

- Porque siempre insisten con tener otro bebé o con algún otro tema, no me gusta que quieran meterse en nuestra vida. - Se quejó como una niña haciendo sonreír a su esposa.

- Lo dicen porque creen ayudar.

- Pero no lo hacen, nosotras sabremos cuando querremos otro bebé. - Lucy se cruzó de brazos.

- Mmh... Si. - Mackenzie dejó un beso en la mejilla de la morena.

- Pienso que nuestra vida esta bien así.

- Así es, por eso no debes molestarte por lo que digan tus padres. Debes hacer como yo, asentir y sonreír.

- Pensé que lo hacías en serio. - Lucy miró sorprendida a su esposa quien sólo rió.

- Tonta.

- Soy tu tonta.

- Aw, me encantas cuando te pones así. - Mackenzie repartió muchos besos alrededor de la cara de su esposa haciéndole sonreír, había conseguido lo que quería. - Te amo.

- Te amo también, hasta el resto de los tiempos.

- Hasta el resto de los tiempos

Afire LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora