Hermanas destino.

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POV Mackenzie

Sus labios en mi piel eran mi perdición, definitivamente ella me tenía en sus manos. Sus manos hicieron presión en mi cintura y yo involuntariamente solté un pequeño gemido.

- Lu. - Murmuré cuando sus besos bajaron a mi cuello. - Lucy.

- ¿Mmh?

- Tenía algo que decirte.

- Luego.

- Es importan. - Ella suspiró y se alejó levemente.

- Te escucho.

- Me operaran.

- ¡Eso es genial, Mack! - Ella dejó cortos besos en mi cara haciéndome reír.

- El doctor dijo que esta vez puede que funcione y yo también lo espero. - Busqué su cara con cuidado y cuando la encontré acaricié sus mejillas. - Es por eso que quiero ir lento, Lucy.

- No entiendo.

- Quiero llevarte a una cita sin que seas tu quien me tenga que llevar a todas partes, quiero poder sorprenderte con algo sin la ayuda de alguien, quiero poder verte en los pasillos sin que alguien me diga, quiero poder ver tus ojos luego de besarte y quiero verte cuando hagamos el amor.

- Bien, ahora entiendo. - Sonreí. - Entonces iremos lento y esperaremos. - Sentí como besó la punta de mi nariz.

- Gracias.

- No es un favor, cariño.

POV Lucy

Mi pierna no dejaba de dar pequeños saltos mientras esperaba que mi padre terminara con uno de sus tratos, se suponía que volvería temprano. Cuando sentí el conocido olor a azufre y cenizas me levanté rápidamente, miré al joven hombre que entraba por la puerta y me miraba confundido.

- ¿Lucy, me esperabas? - Asentí. - ¿Ha pasado algo? - Volví a asentir. - ¿Qué es?

- Me gustaría hablarlo en privado.

- Mhh... Okay. Vamos a mi estudio. - Lo seguí por la casa evitando la mirada de mi madre y Brooke. - ¿Qué sucede? - Preguntó apenas cerré la puerta.

- Quiero ir donde las hermanas del destino.

- ¿Qué? - Él parecía sorprendido. - ¿Por qué quieres ir con ellas?

- Necesito saber algo, es importante papá. - Él arregló su cabello negro antes de volver a mirarme.

- Tu madre me mataría, ellas no son las personas favoritas de tu mamá. - Él suspiró.

- Papá, por favor.

- ¿Y qué es lo que necesitas saber?

- Mackenzie recibirá un transplante de córnea y necesito saber si eso funcionará. - Él volvió a soltar un suspiro.

- Toma mi mano. - Sonreí levemente. - Esto es algo molesto.
- Si, lo recuerdo.

Cerré mis ojos y mantuve la respiración justo a tiempo cuando mi padre nos teletransportó hasta el edificio en donde vivían las hermanas. Yo nunca las había visto pues no eran recibidas en mi casa y mamá siempre trató de mantenerlas alejadas, sabía que ellas vivían en Sydney y por lo que veo no estaba tan equivocada.

Con papá entramos al lujoso edificio y fuimos hasta el último piso, cuando tocamos la puerta me sorprendí al ver a la hermosa mujer parada ahí.

- Lo siento, creo que nos equivocamos. - Me disculpé.

- Luke, hace mucho no te veía. Esta debe ser tu hija mayor Lucy, ¿Me equivoco?

- Nunca te equivocas, Audrey. - Ella sonrió mirándome.

- Adelante, los esperábamos. - Mi padre me arrastró dentro del lujoso apartamento, incluso tenían una fuente cerca del gran ventanal que daba al balcón.

- Oh, se habían tardado. - Dos mujeres que parecían sacadas de una pasarela de Victoria Secret's aparecieron en el salón.

- Lucy, ellas son Bianca y Channel. - Yo asentí algo intimidada por las tres mujeres que me observaban de arriba a abajo. - Chicas, necesitamos...

- Sabemos lo que ella necesita. - Las tres contestaron dándome algo de escalofríos.

- Okay. - Papá levantó sus manos y fue a sentarse al sofá. - No sean duras, recordad que es mi hija.

- Tranquilo, Luke. Ella estará bien. - Una de ellas pasó su dedo por mi mentón haciéndome tensar mi cuerpo.

- Ven, cariño. - Channel fue quien tomó mi mano acercándonos a la fuente. - Mira dentro.

- No veo nada.

- Acercate. - Cuando lo hice tres manos hundieron mi cabeza en el agua, traté de salir pero no podía. 

El doctor de Mackenzie le sacó los parches con suavidad, podía notar lo ansiosos que estaban sus padres por eso, yo no estaba mejor que ellos. Cuando por fín sacó los parches ella mantuvo sus ojos cerrados.

- Bien, Mackenzie. ¿Quieres ser lo primero que veas? - Ella negó levemente mordiendo sus labios. - Entonces, ¿Qué quieres ver primero?

- A mis padres. - Aquello no me molestó, pues sabía que eso era su propia decisión y la respeto. Su padre abrazó a su esposa y se pusieron frente a la cama, ella abrió sus ojos mirándolos directamente.

- ¿Y bien? - Sus ojos empezaron a llorar al igual que los míos, ella por fin...

- Todo sigue siendo oscuridad.

*

- Vamos Mack, tienes que salir de la cama. - Me puse de rodillas a su lado, pero ella subió el edredón ocultandose completamente.

- Vete, Lucy.

- Por favor, llevas un mes aquí.

- Tú no entiendes nada, vete. No te quiero aquí, quiero que te vayas y me dejes sola, ¿Por qué no te vas con Emily?, al menos ella puede ver.

*

- ¡Mackenzie por favor abre! - Su madre gritaba desesperadamente. Al diablo con todo.

Derribe la puerta sorprendiendo a su madre, noté que ella no estaba en la habitación, fui rápidamente al baño y al abrirlo me paralicé al ver el charco de sangre, su madre fue rápidamente por su teléfono y yo tomé su cara entre mis manos evitando ver los cortes en sus muñecas.

- Mack, resiste por favor.

- Quiero dejar de ser una carga, Lucy. Es la única forma de liberarlos. - Murmuró mientras mis ojos empezaron a llorar. - No puedo seguir con esta mentira.

- Mi amor, por favor. Solo resiste, pronto llegará una ambulancia y buscaré la manera de mejorar todo, te lo prometo. - Ella sonrió levemente antes de cerrar sus ojos. - Mack, no te duermas. Mack. Mack. ¡Mack!

Salí rápidamente a la superficie tomando una bocanada de aire, caí al suelo sobre mi trasero mirando hacía la ciudad de Sidney. Miré a mi alrededor y mi padre veía una revista mientras las tres hermanas me observaban.

- ¿Cómo puedo evitar eso?

- No se puede. - Audrey respondió.

- En realidad si hay una persona que puede evitarlo. - Ambas hermanas golpearon el costado de Bianca.

- No la escuches.

- Quiero escucharla. - Bianca sonrió mientras sus hermanas suspiraron. - ¿Quién es esa persona? - Las tres miraron en dirección a mi padre.

- El ser sobrenatural más fuerte que alguien ha podido conocer, Luke Ferrer. O como también es conocido como el diablo.

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