Dueto.

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Capítulo 3

- ¡Detente! – Corría mientras reía al ver el cabello azul de mi hermana. - ¡Te asesinaré! – No podía dejar de reír mientras mi hermana trataba de alcanzarme en la escuela, estábamos causando una escena, pero era algo que había ocurrido en casa así que no me metería en problemas a menos que ella en serio tratase de matarme.

Esta semana ha ocupado el baño de mi habitación pues el suyo tenía problemas con las cañerías, el problema era que mi hermana era lo suficientemente superficial para estar una hora ahí dentro y por su culpa he llegado tarde a mis clases, poco me importaba, pero el director me tenía en la mira. Como una pequeña ventaja cambie su shampoo por tintura azul, y así es como su cabello rubio se volvió de un azul eléctrico. No sé de qué se quejaba si se le veía genial.

- Nunca podrás alcanzarme. – Mantuve mi ritmo y me giré para mirarle, ella ya estaba cansada y aproveché la distancia para cambiar mi camino sin que lo notara. Me detuve a tiempo antes de chocar con Mackenzie.

- ¿Lucy? – Miré a mis espaldas y Brooke siguió corriendo sin notar que yo me había detenido. - ¿Pasa algo?

- No, nada. – Respondí cortamente caminando a mi casillero.

- ¿Cómo has estado?

- Bien. – Busqué mi libreta de dibujos en mi casillero para irme a mi clase de artes, odiaba la clase de artes, pero era eso o tomar la clase de música.

- No nos hemos encontrado durante la semana. – Yo le miré y ella llevaba una sonrisa, me preguntaba qué color serían sus ojos.

- Debo irme, adiós Mackenzie. – Escuché un fuerte suspiro mientras me iba al salón de artes, lo mejor era mantenerle lejos.

Aquel día creo que fue el día mas incomodo de mi vida, la maestra de artes habló de la historia del arte y al parecer su tema favorito eran las pinturas en donde había demonios y esa clase de cosas, siempre me había sentido incomoda al ver esas falsas imágenes. Quizás mi padre si tenía cuernos y cola, pero él no era así y yo tampoco, al menos eso me gustaba pensar. Por un momento pensé en decirle que esa no era la imagen de un demonio, pero me arrepentí, aquel tema no era algo que se hablara con mortales.

Durante la tarde tuve que acompañar a Brooke a su clase de piano y en el viaje aprovechó su momento para darme algunos golpes rápidos pero dolorosos. Esperaba fuera de su salón pues ella apenas quería verme, estaba sentada en el suelo afuera del salón escuchando a Brooke, ella tocaba bien pero no tan bien como tocaba Mackenzie. Me preguntaba si ella estaba por aquí, miré al interior del salón y noté que ella estaba concentrada en su lección así que me levanté en busca del salón del otro día.

Cuando le encontré me quedé en la puerta mirándola tocando el piano, aquellas melodías me traían paz y tranquilidad, me recordaba cuando papá era un poco más normal y trataba de calmar me ira tocaba piezas de piano que él había compuesto durante todos estos años. Funcionó, pero luego él lo dejó de lado y mamá empezó a tratar de hacerme una chica normal, verán que falló.

- ¿Necesitas algo?

- ¿Eres una especie de sabueso?

- Oh, eres tú. – Ella sonrió, por primera vez vi sus ojos sin los lentes, tenía la vista perdida por la habitación y aunque sus ojos eran de color chocolate estos estaban sin vida. – No, esta vez sentí tu mirada.

- Cool. – Ella se puso sus lentes una vez más. - ¿Por qué te los pones?

- La gente suele incomodarse cuando no los uso, además nunca sé hacia donde estoy mirando. – Ella se encogió de hombros y yo me acerqué a ella sentándome a su lado.

- Tus ojos son muy bonitos para que los ocultes, pero es tu problema. – Toqué algunas notas ahí. - ¿Practicas sola?

- Si, me prestan este lugar para practicar. Toco desde los 6 años.

- ¿Fue difícil?

- No tanto, incluso cuando perdí mi visión no lo fue, resulta que sin saberlo ya había memorizado todo. – Ella sonrió levemente.

- ¿Alguna enfermedad?

- Un accidente de coche, los vidrios dañaron mis ojos. – Se encogió de hombros. - ¿Sabes tocar?

- Algo. – Me encogí de hombros. – Sé la pieza del cadáver de la novia. – Escuché su suave risa, era como la de un bebé. Sé que dije que debía mantenerme lejos de ella, pero esto era una excepción.

- Pues hagamos el dueto.

- Okay.

Se me había olvidado lo divertido que era tocar el piano con alguien, cuando mi papá tocaba para relajarme a veces podía tocar junto a él. Nuestra coordinación era precisa, pero estaba segura que era gracias a ella.

Papá me tomó entre sus brazos fuertemente tratando de retenerme, mi mamá me miraba preocupada mientras me llevaba al estudio. Me tiró sobre el sofá y me esposó, mientras trataba de romper las cadenas escuché una suave melodía en el piano de cola de mi padre. Miré a mi papá quien tocaba con una pequeña sonrisa, mi respiración se empezó a calmar y yo me relajé sobre el sofá.

- Lo siento. – Murmuré mientras mis ojos se empezaban a sentir pesados. – Yo no quería hacerlo, pero mamá no lo entiende.

- Lo sé, cariño. No tienes la culpa de nada y tú también debes entender a mamá, para ella esto tampoco es fácil. Ella se crio de otra forma y tu... - No seguí escuchando aquel discurso pues me había quedado dormida.

Miré a Mackenzie con una gran sonrisa, había extrañado esa sensación de paz. Y por un momento volví a sentirme normal, aunque no duro mucho, pero fue especial.

- Muchas gracias, Mackenzie.

- Por nada, Lucy. – Ella sonrió dulcemente. - ¿Puedo pedirte algo?

- Claro.

- ¿Puedo tocar tu cara?, sé que es extraño, pero es la forma que puedo crear una imagen de la persona. – Tomé sus manos y las guie a mi cara.

Sus manos eran suaves y su tacto delicado, cerré mis ojos cuando se acercó a ellos y cuando volví a abrirlos ella tenía una sonrisa mientras tocaba mi cabello. Sus manos volvieron a bajar y delinearon mis labios.

- Tienes un cabello largo.

- Y castaño, como mis ojos. – Ella sonrió, al parecer había ahorrado algunas preguntas.

- Creo que eres muy bonita, Lucy. – No pude evitar sonrojarme por eso, la gente no solía decirme esa clase de cosas.

- Tu...

- Lucy, ya he terminado, vámonos. – Mi hermana nos interrumpió y yo me levanté rápidamente.

- Debo irme, nos vemos Mackenzie.

- Hasta luego, Lucy.

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